Ya tenemos bastante experiencia con la relación incómoda con Estados Unidos, nuestros vecinos distantes, que en tiempos de campaña electoral usan de bandera los temas migratorios y de adicción, y culpan de sus males a México cuando, la demanda laboral en el campo –y sigue creciendo- es de ellos, como los vicios a los que son adictos.
Por alguna causa, pero de las malas, no han sido pocos los que han pretendido enfrentar a la próxima presidenta de México con el abanderado del partido republicano, en versiones inventadas tanto en boca de Trump como de Sheinbaum.
¿Qué caso tiene?
La relación entre ambos países debe darse ya con franqueza, sin dobleces: en los Estados Unidos no pueden negar más lo que todos saben: tienen sus propias mafias que distribuyen, cobran y lavan el dinero: 140 mil millones de dólares en drogas.
Pero el manipuleo “del otro lado” informa a sus ciudadanos que México es el responsable: la revista Science sorprendió al publicar un estudio en el que afirma que el crimen organizado ya es el quinto empleador más grande de México, por delante de varias empresas trasnacionales, pero abunda con morbo que “eso explicaría por qué México es el país donde más flujos financieros ilícitos corren cada año”, superando a Afganistán, Bangladesh, Colombia, Ecuador, Maldivas, Myanmar, Nepal y Perú, de acuerdo con un informe del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Organización de las Naciones Unidas.
O sea que en su lado no pasa nada: ni el dinero de la venta se queda.
Obvio los republicanos tratan de generar polémica, México esta cerca, inmediato, nada dicen de Canadá, nación por la que también pasan drogas, en una frontera más libre, sin tanta vigilancia, pues nos e explica el cómo, hay fentanilo en Las Carolinas, es decir, ¿suben la droga desde México hasta la frontera con Canadá? ¿Cómo cruza todo el país sin ser detectada?
Y así cómo esa, varias interrogantes.