Después de lo que está pasando, de que es claro que a los partidos los han utilizado personajes políticos que al final de cuentas no dan nada a los institutos políticos y solo servirse, y menos a la democracia en México, desde la entidad que sea ¿Van a seguir aceptando a externos que van de partido en partido?
Se trata de un compromiso democrático, más allá de la basura que esos personajes representan, elevados por gobernadores o cúpulas partidistas que, sin origen y forma, llegan a posiciones en las que en verdad no dan nada por una cultura política de calidad, porque sencillamente, no tienen con qué.
La calidad de la política, lo vemos, está por los suelos: es lo significativo de México y eso se traduce en corrupción, no solo gubernamental, sino también política, y ambas situaciones se generan desde el pueblo mismo, muchas veces por caer en la “borregada”.
El voto por eso se razona.
El gobierno y los partidos se forman y forjan – se supone- desde el pueblo mismo: se trata de un asunto cultural que tiene que verse como tal: la corrupción no se erradica por decreto; es un trabajo social.
Los partidos nuevamente se verán envueltos –o atrapados- en el análisis de su situación política, pues muchos perdieron el registro, no solo el PRD; once locales o estatales en el país y habrá de analizar sí, se incrementan los números para lograr registro pues, de 200 a la fecha, al menos once partidos han logrado y perdido el registro sin que haya estudios serios sobre el cuánto le ha costado a la nación eso, sin ningún beneficio.
Morena justificó la llegada de externos a través de las encuestas: sí la militancia les dio margen es porque los acepta, y entonces la encuesta cumplió su cometido de nombrar a los candidatos, aunque en ese tipo de método existe la desventaja de que gana el más popular, lo que no significa que sea el mejor para la posición, y eso se verá en el tránsito de los próximos años con los resultados de gobierno en cada nivel administrativo.