Resulta que corresponderá ya al gobierno de Claudia Sheinbaum, determinar si le entra o no a continuar con la energía nuclear como generador de energía eléctrica, en una cuestión que dejó en claro el presidente, ahora que extienden la versión que las decisiones las tomará él, y no la primera presidenta de México.
¿Se acuerdan cómo se desgarraron las vestiduras en defensa de las energías limpias nada más por llevarle la contraria a AMLO con eso de la reforma energética, que finalmente “suspendió” la Suprema Corte de Justicia de la Nación?
Pues resulta que estudios recientes revelan que en el mundo se construyen 83 nuevas -38 de ellas mega- refinerías, que empezarán operaciones en 2025, ante las que la refinería Olmeca, en Paraíso, Tabasco, es como un lunar.
O sea, que el presunto llamado mundial a la descarbonización realmente lo oyen, pero no se aplica: México no es el único país que continúa apostando por nuevos proyectos energéticos con los hidrocarburos, pues si bien avanza la tecnología para el transporte eléctrico personal, es complejo conseguir de éste lado del mundo transporte pesado de carga, no solo por las grandes distancias que suelen recorrer esas unidades, sino también por el volumen de carga en los contenedores, ante la relativa potencia de un motor eléctrico comparado con uno de diesel.
Este tema volvió a tomar auge porque fue el presidente López Obrador el que precisó que corresponderá a la futura mandataria federal, Claudia Sheinbaum Pardo, definir si como parte de su política energética, se necesita la producción desde plantas nucleares, ante la posibilidad que se ponga en funcionamiento un tercer reactor en la planta de energía nuclear Laguna Verde, ubicada en Veracruz, versión que empezó a motivar a ecologistas, en especial los grupos que se han opuesto a la construcción del Tren Maya por afectar las reservas naturales de la península de Yucatán.