Editorial

5/julio/2024

 

En este país tenemos gente vulnerable que ha sido desplazada de sus derechos sociales desde hace mucho tiempo, por políticos corruptos y sus políticas equívocas, por lo que no se pude hablar ni de una justicia social ni de una democracia boyante ante esa inequidad, y es evidente que desde pasados gobiernos, se beneficiaron a ciertos sectores que se fortalecieron pero que no correspondieron socialmente con la nación, sacrificando la mejoría social de millones, hoy aun en una marginación que data desde sus abuelos.

 

Y ahí está el historial estadístico.

 

Desde luego que cada cual le tira a lo que le conviene, porque así nos han gobernado y establecido el modus operandi, y así actúan los sectores y sus intereses –como hoy pasa con el poder judicial- y, mientras, esos millones de mexicanos en la pobreza incluso extrema, ven pasar todo por arriba, sin que aterricen bien los programas para su desarrollo, pero el sustentable, que les permita superarse a partir de sus posibilidades, y no seguir parasitando de programas sociales, para muchos electoreros.

 

Absurdamente, en la súper estructura AUN se andan midiendo fuerzas en vez de reconocer la necesidad de emparejar la calidad de vida entre mexicanos, y en esa frecuencia cae la llamada base social, que sigue distraída en peleas epistolares como bizantinas en las redes sociales, defendiendo cada cual sus propias trivialidades políticas, cuando muy aparte de siglas y nombres en el poder, hay ahí una asignatura pendiente con esos millones de mexicanos.

 

En ese objetivo la llamada 4T no tiene equivocación, aunque igual sí en la forma, pues mientras no se logre ese desarrollo sustentable, los beneficiarios del recurso federal serán solo receptores, no generadores de riqueza.

 

Porque no es poco el dinero que se destina a esas personas, y que es ahora la queja de los opositores cuando, el PRI por medio siglo los repartió, y el PAN por dos sexenios, esto es que, las partidas ya estaban ahí cuando, AMLO, llegó al poder.

 

Por esa ruta van varias de las impugnaciones en contra de triunfos de Morena, desde presidencias municipales, distritos locales y federales, obvio gubernaturas, en especial la de Veracruz y Yucatán, y obvio la presidencia de la República.

 

Evidentemente el triunfo de Morena es irreversible.