Editorial

2/julio/2024

 

No debería, pero si la población votante lo decide, puede que en 2027 el PRI pierda el registro de continuar su declive en la preferencia electoral.

 

Fue el tricolor partido hegemónico por más de setenta años en México, y alrededor de éste se formaron gobiernos presidencialistas que promovieron el llamado institucionalismo a ultranza, una lealtad cuyo costo fue socialmente muy alto pues ni negar que, si bien gestó instituciones sólidas, no fueron transparentes, y al unísono se mantuvo una pobreza incluso extrema, que no se justifica con nada, y menos si vemos la riqueza nacional, que fue aval incluso para criar una deuda que va para medio siglo de pagar enormes intereses a la banca mundial.

 

Es por eso que el mandatario mexicano dijo ayer que en México “no puede haber un partido único. No debemos aspirar a un partido de Estado y mucho menos a una dictadura ”, quizás rememorando aquello de dictadura perfecta, como definió Vargas Llosa al sistema político mexicano, con el PRI como gobierno, pues a través de ese partido el presidente en turno designaba a su sucesor, y con ello el futuro del país.

 

Un futuro que cambiaba cada seis años, en que el nuevo mandatario establecía su proyecto eliminando todo lo del anterior, aun el costo de ello fuera enorme.

 

López Obrador abundó con relación a las elecciones del pasado 2 de junio, en las cuales la alianza Juntos haremos historia logró la mayoría de los votos por la presidencia de la República, el Congreso de la Unión y los gobiernos estatales y municipales, que la oposición debe pensar más, en vez de aplicar una política de confrontación: “la democracia no es solo una fachada”.

 

La democracia, agregó el titular del Ejecutivo durante su conferencia en Palacio Nacional, “es una forma de vida, que no nos digan que hay democracia cuando el pueblo es ignorado, marginado”.

 

Se entiende que hoy el pueblo es el protagonista, el que decide, aun la enorme manipulación en la que participaron los llamados medios masivos, inflando posibilidades a la oposición, estrategia que no funcionó, pues finalmente en México sus nacionales se cansaron de que gobierne una minoría.