René Delios
Como en 2021, vuelven los mismos temas postelectorales, una vez que los números empiezan a expresar de a cómo estaba el escenario político nacional al 2 de junio, que precisa que solo en Aguascalientes perdió Claudia Sheinbaum, pero que en lo general el pueblo de México, no quiere al PAN o al PRI en el gobierno, y que sí se presentó un importante abstencionismo pese a los triunfalismos de Morena, y que es el reflejo del pobre trabajo político de los partidos que, no convencen a esos ciudadanos llamados a modo “indecisos” cuando, son una decisión, esto es, una clara determinación de que para ellos y ellas ninguna de las expresiones de la contienda, vale la pena, por lo que los abstencionistas no solo deben verse como parte del resultado electoral y sino también como una opinión política con relación a los que quieren gobernar éste país, y deberían ser parte –no hay ese nivel- del estudio para mejorar la filosofía política de los partidos.
Debería, dije, pero lo lamentable es que dirigentes y militantes no conocen los documentos básicos de su partido, o pregúntele a cualquier morenista –y mejor si son de los recién llegados- si los conoce.
Aparte de temas como el abstencionismo y la violencia electoral -que cobró la vida de 38 aspirantes y candidatos en éste 2024- que deben ser abordados, aparece la guerra sucia como modo de promoción negra en redes sociales, y que constituye otro de los grandes temas que proponen regular en México, pues fomenta la desinformación y en una de esas hasta la violencia.
Y aunque no hacerlo sería irresponsable por parte de partidos y autoridades, es un tema de mucho riesgo aun sea reflejo de la mala calidad de la política, que como vimos no fructificó a favor de la oposición que gastó unos doscientos millones de pesos según estimaciones conservadoras, en ataques sistematizados contra AMLO, la 4T, Morena y Sheimbaum, esto es a cuatro frentes, en cuatro temas distintos pero coincidentes en el objetivo: desprestigiarlos.
La guerra sucia la sustentan en el derecho a la libre manifestación de las ideas, cuando una cosa es la libertad de expresión -en medios de comunicación, en todas sus formas- y otra utilizar ésta para desvirtuar la realidad sobre una circunstancia, situación o persona.
Existen múltiples iniciativas alrededor del mundo que buscan crear delitos o incrementar las penas cuando se afecta el honor y la reputación a través de injurias a una persona en o a través de las redes sociales, desde luego en gobiernos en dónde la ley se aplica sin torceduras, y los ciudadanos no tienen duda de ello, no como en nuestro caso mexicano que padecemos jueces corruptos que manipulan a modo los códigos penales en contra de quien sea, a orden de las altas esferas del gobierno o del crimen organizado, siendo lo bueno de esto es que en breve, eso va a cambiar con la reforma al poder judicial.
Pero esa es otra historia.
La que nos ocupa es la guerra sucia, que se debe atender en realidad y estudiar su impacto en la comunidad electoral y la ciudadanía en general, pues estudios serios (Léase: https://nuso.org/…/el-papel-de-las-noticias-falsas-en…/ ) señalan que es alto el porcentaje de usuarios que creen en esa información.
¿Es justo engañar a los usuarios de las redes sociales?
Obvio en Chiapas se hizo presente “el método” para bajarle imagen al contrincante –en éste caso Eduardo Ramírez-, aparte de que muestra la manipulación política que partidos y candidatos hacen de la gente, por la pobre cultura y calidad política que tenemos en nuestra querida patria chica, en la que no hay estudios serios del hasta dónde influye en el voto, la manipulación de contenidos en las redes sociales, aparte de que nuestra entidad es la de menor porcentaje con domicilios con un sistema de Internet o una computadora, además de un alto rezago de usuarios “conectados” vía celular a falta de cobertura o conectividad en la mayoría de su área rural -para no variar-, aparte de que el contar con un aparato conectado no significa que el usuario se interese en la política y los políticos -tampoco existe ese dato-, y se supone que eso los excluye de ser objeto de la manipulación política.
La otra es que el Inegi tiene datos derivados del censo de 2020, de que un estudio de la conectividad y uso de tecnologías en Chiapas, reflejó que solo 27 de cada 100 hogares se conectó a Internet en 2020, pero otro señala que el promedio para 2023 creció 2.6 por ciento: tres de cada diez hogares chiapanecos no tiene acceso a Internet, menos de la mitad tiene una computadora en casa.
¿Pero por qué no abordan como se debe el tema de la guerra sucia?
Ya lo han intentado en otro momento, pero se corre el riesgo de generar censura, limitar la libre manifestación de las ideas: de a cómo se administra la ley ahora, es riesgoso, y de hecho de a cómo está la vigente, también: poco se recurre a eso de la difamación pasadas las elecciones –Xóchitl acusó de narcandidata a Claudia-, y en Chiapas tenemos el ejemplo de Ángel Mario Ksheratto, encarcelado durante la administración de Pablo Salazar.
Mejor así que quede, pues más vale el exceso que la censura.
¿Y el abstencionismo?
Me abstengo de opinar, pues si le sigo obligadamente me preguntaré si en eso tienen que ver el INE y sus homologas estatales, pues aparte de organizar y realiza la elección, también tienen su qué ver en la promoción del voto, por lo que son también parte de la autocensura que no aborda el tema.