René Delios
Ya he planteado que la polarización no puede seguir: no hay dos México, aún sea evidente que la mayoría tiende a la izquierda en éste país.
Pero eso no significa que se ignorare -y peor, que se nulifique- a la derecha. Contrario censu hay que escucharla, sentados, en diálogo –ya sin los reaccionarios-, pues entendemos que el objetivo es el mismo: México, y todo lo que comprende.
Hay que entender que, la diferencia con la derecha radica en el método para el desarrollo, pues por lo general para esa “filosofía política” el crecimiento se concibe primero desde lo macroeconómico, es decir el llamado Producto Interno Bruto nacional, para distribuirlo, con la singularidad que en por treinta años pasados, en lo social ha fallado –no solo en México-, pues no se distribuye esa riqueza ni siquiera en lo laboral, y el ejemplo es de tres décadas en México con salarios de miseria antes de que llegara la 4T, que desde luego es un tema que usa de bandera AMLO en torno al desarrollo social y humano de los pobres en la nación.
Por eso la referencia de la CONAPO y la OCDE en torno a la reducción de la pobreza en México, es significativa, pero no fue de la atención mediática en una nación en la que ese neoliberalismo impregnó a los medios informativos de eso: dinero para la manipulación de una realidad que por décadas presentó cifras que no se movieron en descenso.
Al neoliberalismo se le acusa de pensar sólo en la elite, y que en treinta años, o sea cinco sexenios, maquilló y explotó la pobreza, pues los contrario, es decir, el beneficio, el éxito de sus gobiernos se viera y lo mejor, se lo reconociera la gente. Ahí están los números de la CONAPO y si es de desconfiar, los de la OCDE –repito- en torno al desarrollo social en México, y leo –como si no lo supieran- que acusan a los triunfadores de la 4T y aliados, de manipular esos dineros sociales a modo electorero cuando ellos desde años ha, pusieron el ejemplo, y como en sus tiempos en el gobierno, solo se puede referir y no comprobar.
Si tienen cómo, que vayan al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación -ahora que lo tiene a modo-, a impugnar la elección.
Digo, muchas mañas de las que se quejan vienen de muy atrás, pues no hay que olvidar que aun las referencias sobre transparencia, Morena esta integrada con ex militantes de otros partidos y no han perdido sus mañas, y se las saben en éste tipo de procesos en los que, ningún partido puede escupir para arriba.
Por eso me sorprenden –sobre todo los panistas- que acusen primero que hubo fraude y luego de que hubo irregularidades: la gente no los quiere ni a ellos ni a su ideología política y social en el gobierno, y eso es evidente, y ante eso insultan a los y a las electoras que prefirieron a la doctora Sheinbaum y a siete gobernadores –incluyendo a Yucatán, neta-, y cámara dominada por la 4T. Evidencia, obvio, que no le gustó al respetable el agandalle que la oposición le hizo al legislativo, vía la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y le otorga mayoría calificada para nulificar a la SCJN.
No se puede caer en la misma frecuencia reaccionaria de Claudio X González, o en la radicalidad extrema de Andrés Manuel López Obrador otro sexenio, en una rivalidad de golpes bajos que incluyó a la obra pública u acusaciones de traiciones e injerencias desde el extranjero, engañando a sus seguidores, porque si bien la 4T avanza lentamente en su combate a la corrupción y desarrollo humano, no es la panacea social que plantea su líder, o que la solución de México sea el desarrollo económico estable primero, sin atender a la par a la pobreza, es decir aterrizar la riqueza en los menos beneficiados.
¿Qué el gasto social es electoral?
Sí, lo es: lo ha sido siempre, pero también es una manera de paliar o cubrir o maquillar la privación de derechos a esos ciudadanos en la miseria y marginación, y desde luego, nadie le da golpes bajos a quien le da dinero: pero el gasto social lo uso el PRI por sexenios, el PAN en dos que gobernó al inicio del siglo.
¿De qué se espantan o desgarran las vestiduras? ¿Por el proceso electoral adelantado de Morena con la parafernalia de las encuestas en busca de candidatos? ¿Por el despliegue propagandístico que ameritó eso y no fue supervisado? ¿Por el presunto condicionamiento –que es lo que tienen que probar, pues igual sí lo hicieron- de los programas sociales a través de los más de 20 mil funcionarios llamados “Siervos de la Nación”? O sea, es acusar de injerencia al presidente en el proceso, cosa grave que hay que probar, pues sería anular la elección, lo que no va a pasar pues no hay tal: todo el borlote de la oposición es ardor, impotencia ante el rechazo popular, y que a AMLO se le considere un líder popular –igual el último- y se le respete como político en el hemisferio, incluyendo por los derechistas Milei, Novoa y Bukele: 2 a 1, eso es una paliza a la derecha a donde sea.
Desde que se dio el resultado preliminar, la justificación por la derrota fue que se coacciono a los medios de comunicación, cuando estos han atacado como nunca antes a presidente alguno; que se dan ataque a la Suprema Corte, el TRIFE, el propio INE y el uso abusivo del poder en contra de los opositores.
Hasta señalaron que la campaña estuvo inmersa en la violencia política en la que asesinaron a decenas de candidatos que, evidencian la incursión del crimen organizado y el narcotráfico en el proceso.
Sí, se dio una como campaña adelantada con esas encuestas morenistas que ameritaron propaganda, pero fueron dentro de la norma pues las hubiera sancionado el TRIFE, y desde luego que el gasto social es electorero, siempre lo ha sido para beneficio del partido en el poder pero, la gente beneficiada no inclina la elección: eso es mentira, el gasto social no da el triunfo, como tampoco los baños de pueblo o los like en el Facebook. Ese señalamiento es poner al mexicano –otra vez-, como manipulable: vota por quien quiere –en mi caso, no apliqué esa ceguera del seis de seis-, y en torno a la suprema corte de justicia de la nación, pues debe ser imparcial, pero no lo es: es de clara tendencia a la derecha, o sea, opositora, y no tiene porqué: los ministros no son electos –ni deben serlo, para garantizar esa imparcialidad- que es cosa distinta en el ejecutivo o el legislativo, y pueden aplicar o ejercer o aprobar decisiones bajo su ideología política, en este caso el de la 4T: izquierda, como lo hicieron ejecutivos y legislativos con mayoría priista o panista en su momento.
¿Y luego?
Acusar a AMLO por la violencia en elecciones es otra cosa: cada asesinato de políticos deriva de distintas circunstancias, que no son privativas en Morena y aliados, que también sufrió muertos: neta que referir eso de parte de la oposición es de baja estofa: es como si se hubiera usado como bandera demeritar a Xóchitl por los delitos de su hermana: no es ético, me cae.
Me regreso: “Jam ach’ulel”, es el planteamiento en Chiapas, o sea conciencia, coincidencia, entendimiento, acuerdos, rumbo.
Este planteamiento es muy distinto al del centro del país que puede seguir siendo de confrontación ideológica, “guerra sucia”, inquina, sin coincidencias como se da en el presente sexenio, pese a que la mayoría de la base social ya determinó y mandata, que se debe trabajar en torno a eso: 4T.
Al menos un sexenio más.
Y así entiendo que a la mayoría de la gente en Chiapas le gustó y le gusta la 4T, o entiende que son buenos gobiernos, o les cae que Eduardo Ramírez es capaz, o son sus cercanos –dice que tiene un líder conocido en cada comunidad-, o sencillamente no quieren otro partido que no sea Morena en el gobierno.
¿El pueblo, la garra del jaguar?
Y es que la neta los chiapanecos la intentaron con la izquierda desde 2000 y le confiaron todavía otro gobierno, y los perredistas enlodaron todo, por lo que se fueron a lo verde e igual, no la hizo ese gobierno que dejó obras tanto inútiles como inconclusas, en un lienzo charro que no se usa para la charrería, o en un puente atirantado que se concluye apenas por órdenes del presidente López Obrador, un sexenio después.
No, el pueblo chiapaneco no se entiende con la derecha –acá nunca ha sido gobierno-, y eso que es de los pueblos que desde el inicio del milenio ha aplicado la alternancia, en caso le fallen: volvió con la izquierda -¿La otra versión?- luego del partido ambientalista.
Eso lo sabe el “Jaguar”, estudioso de lo social –me dicen-, o sea que no solo es ganar –lo dijo-, sino cumplir, de ahí el llamado –que para mí fue una instrucción- a los que serán los nuevos legisladores locales para que tomen en cuenta los resultados de los diálogos por la transformación –que presidió Juan Carlos Gómez Aranda- realizados en la entidad, pues ahí está implícito no solo lo que será el plan general de su gobierno, sino también la agenda legislativa estatal para el próximo sexenio.
Sí, para que miran tan arriba: acá en Chiapas, en breve, habrá una legislatura al cien, acorde a la 4T.