Tubo de ensayo

10/junio/2024

 

René Delios

 

Eduardo Ramírez Aguilar recibió su constancia de mayoría que lo hace oficialmente gobernador electo para el periodo 2024-2030 en el estado de Chiapas, luego de una carrera política de dos décadas, que él mismo señala inició en su natal Comitán, dónde fue regidor, alcalde, diputado local y federal, senador y ahora el próximo mandatario de su estado.

 

Ya he apuntado aquí que Chiapas fue de las entidades que entró -y mantiene- la alternancia como recurso político desde 2000, cuando cayó el PRI; de esa fecha tres han sido los partidos en el gobierno.

 

Desde el inicio del siglo fue notorio en el estado que a la oposición les faltó trabajo político –en ese caso al PRI- que en verdad impulsará su presencia real –entiéndase: real- en la entidad, pues pese a ello siguieron proponiendo personajes si bien conocidos en sus cofradías, corrientes o tribus internas –por hablar del PRI o PRD y luego el PVEM-, no lo fueron precisamente de sus bases, y fue notorio el cómo –cada cual en su periodo de gobierno-permitieron la injerencia externa en sus decisiones internas que fue debilitando sus estructuras.

 

Permitieron que les impusieran dirigentes anodinos, como fue obvio en el PRD de 2000 a 2012 o el PVEM en su lapso.

 

En Chiapas se cambió de siglas en el gobierno en 18 años.

 

O sea que, pese a los que dicen lo contrario, los y las chiapanecas no son electores manipulables.

 

Decía que los partidos opositores y uno que otro local, vivieron esos efectos ahora, uno tras otro, pues el PRI cae en Chiapas en el 2000 luego de décadas de ser hegemónico, y el PRD dos sexenios después –ahí inició su decadencia-, para que con su llegada el PVEM, creciera inusitadamente “En el lugar de los grandes bosques” como escribiera alguna vez Flans Bloom de Chiapas, un estado ad doc a unos de los planteamientos de la filosofía ambientalista de ese partido, que lograba por primera vez ganar una elección estatal en México.

 

Pero aún con eso a Chiapas no le fue muy bien -ni en lo ecológico-, y la gente decidió otra vez por la alternancia: en 2018 eligió por Morena.

 

Y así, una vez derrotado el Verde Ecologista y el PRI en 2018, otro partido surgió aparentemente de la nada, pues sus antecedentes no existían en el estado, salvo elementos del PRD que se enlistaron en sus filas y fortalecieron su presencia –al que se adhirieron miles en éste sexenio-, lo que se notó desde las federales intermedias de 2021, y ha sido evidente en 2024 al ganar contundentemente el estado, lo que indica que Morena cuenta con trabajo político en desarrollo.

 

El punto es que aún el triunfo de Morena, se buscan muchas justificantes del porqué ganó, en la idea de que el presidente ha cometido muchos errores y abusos, o que la entidad chiapaneca no es boyante como para que la gente votara por sus siglas partidistas como lo hizo el domingo 2 de junio en favor de Eduardo Ramírez, quien en su mensaje de entrega de constancia de mayoría, emitió un planteamiento incluyente, de unidad, en pro del progreso y bienestar del estado.

 

No la esperaban, es cierto: los medios tradicionales inflaron la realidad política nacional, en la idea de que México –insisto- es manipulable: pues no.

 

Entre eso Chiapas era escenario distinto.

 

Para nadie había duda del triunfo de Eduardo Ramírez Aguilar, y así quedó refrendado de acuerdo a la votación, abrumadora por sobre sus adversarios, y faltará ver cómo queda el escenario político estatal en cuanto a la presencia de los partidos aliados –ni se diga los opositores-, pues hay partidos locales que pese a que abanderaron a Ramírez, la gente no votó por ellos y perdieron el registro.

 

Desde luego que Morena o la 4T no va a cambiar su idea de gobierno por los pobres, y ponderarán un nacionalismo económico no contra el libre mercado, sino priorizando que México es una nación que produce energéticos –no todas en Américas Latina- y debe tener mano para regularlos, más que la verdad, pues la apertura en las tres décadas de neoliberalismo no aterrizó socialmente por tanta corrupción y ahí están las estadísticas, en que los menos beneficiados siguieron siendo los pobres en el periodo neoliberal, y bastó un sexenio para bajar el porcentual que, si bien la oposición lo minimizó cuando lo dio a conocer AMLO, la gente no, y menos en Chiapas que fue de las entidades en las que más se redujo ese porcentual de reducción de la pobreza.

 

Pues la gente votó mayoritariamente por el “pejismo” y ahora dicen que perdieron por los indecisos, los abstencionistas, que fue como el 40 por ciento, porcentaje elevado a tomar en cuenta, no indiferentes a lo que sucede en su nación, ni irresponsables ante su obligación cívica, sino reflejo o consecuencia de que la mala política desde los partidos que no los convence.

 

Ya habrá los que analicen eso, pues aunque no lo crean el abstencionismo ya no puede dejar de verse como parte del resultado electoral, y quienes tienes los datos de dónde se registraron los más altos porcentajes de ese fenómeno político son los órganos electorales, de la misma manera en que obtienen los resultados de los triunfadores.

 

De entre esos resultados destaca Chiapas, de las entidades con mayor participación y que marca un porcentaje histórico que legitima a su gobernador electo, Eduardo Ramírez Aguilar, quien ayer recibió su constancia de mayoría, acompañado de seguidores de todos los sectores –que supongo de varios puntos del estado-, convocados para estar presentes en ese evento protocolario, considerado histórico, pues el llamado Jaguar llega con mucha prospectiva y evaluación de acuerdo a la votación que lo precede.