René Delios
La verdad ya es demasiada la inquina de crear todo tipo de referencias catastróficas a la futura administración, y demuestra el por qué perdieron de manera tan estruendosa en vez de evolucionar y proponer nuevos esquemas, empezando por el que los consejos políticos del PRI, PAN y PRD soliciten la renuncia de Alejandro Moreno, Marko Cortés, Jesús Zambrano al menos a las dirigencias, quiénes en conjunto han perdido 25 gubernaturas en el sexenio, además de haber caído –y creído- en la vieja práctica de dar entrada también a candidaturas consentidas de las cofradías, cotos y tribus de sus partidos, en todos los estados.
Escarbaron ellos mismos, pala en mano, su propia tumba.
Destaca –ya no la presidencia en sí- que Morena ganó la mayoría calificada en San Lázaro y la relativa en el Senado, y para muchos como consecuencia de que la gente no vio bien lo que ha hecho la Suprema Corte de Justicia de la Nación -tema que da para otro cuerpo de texto, pero que a interpretación en frío, da pretexto para controlar el desbordado poder de esa instancia-, por sobre las determinaciones del congreso federal, que fue lo que la derecha hizo desde la mitad del sexenio, y que desde luego solo fue de la simpatía de la oposición obstinada en perjudicar la labor de la 4T, aún se perjudicara al país en la idea de que ellos –los de la Suprema-, son el equilibrio democrático.
Pues que no, el pueblo dice que no, que el equilibrio es el legislativo, pues es el que los representa ante la federación, y le dio ese poder nuevamente en condición de mayoría calificada, e igual ese mandato popular se aplica cuando los nuevos legisladores tomen posesión el primero de septiembre próximo, por lo que AMLO tiene un mes para reintentar con la nueva legislatura, que sus iniciativas rechazadas o suspendidas, sean en su caso analizadas y aprobadas en el primer periodo de sesiones de lo que será la XXVI legislatura federal, en el entendido de que Claudia Sheinbaum toma posesión un mes después, el primero de octubre.
Mejor despedida no le pudo dar el pueblo de México a su líder.
Manteniendo Coahuila, el PRI permanece con dos entidades gobernadas para las celebraciones del siglo de su fundación, que serán en 2029, siendo la otra Durango, que logró mantener también en las pasadas elecciones estatales de 2022.
El PAN se queda con cuatro, al perder Yucatán: Querétaro, Guanajuato, Chihuahua y Aguascalientes. El 16 de septiembre es su aniversario; fue fundado en 1939 como una alternativa cristiana y opositora al poder posrevolucionario en México.
Con el triunfo en Edomex, Morena se solidificó en momentos en que la oposición minimizaba a ese partido, en un manipuleo tremendo de datos sobre la popularidad del presidente López Obrador, que pese al ataque incluso hasta indigno como desesperado, nada más no lograron bajarle presencia real, y eso estaba claro con los números: Morena ya para ese entonces era gobierno en 21 entidades en menos de cinco años, y eso sin contar congresos estatales y presidencias municipales ganadas en 2021.
Desde luego que ante esto, los medios de comunicación empezaron a ser moderados con quien es hoy la primera mujer en gobernar Edomex –Delfina Gómez Álvarez-, pero a través de un manipuleo de contenidos, hicieron ver que eso era circunstancial, y no la “crónica de una muerte anunciada” para la oposición en un sexenio en el que, como nunca, se ha hecho valer la paridad a favor de la mujer, pues Delfina es la décima gobernadora en funciones.
Eso refrendó que las mujeres están listas y en la lista para competir por igual, y refería que Morena crecía, pese a todo: con presencia, y en condiciones para mantener la presidencia en 2024.
Así, presidencia, cámaras federales, siete de nueve gubernaturas, 24 de 30 congresos estatales, 240 de 873 ayuntamientos y miles de regidurías, se adjudicó a voto duro de la base con una contundencia que sumó el sesenta por ciento de la votación a su favor.
En medio de todo eso destaca otra cosa: los medios tradicionales a favor de “salvar a México”, casi inmediatamente empezaron a reconocer el “arrasador” triunfo de Sheinbaum y empezaron a cuestionar a la oposición por no renovarse, en una crítica que debió ser desde la vez aquella en que “bajaron” en las internas de la coalición a Beatriz Paredes Rangel para poner a la desconocida senadora panista Xóchitl Gálvez, a sugerencia de Claudio X. González, a la que trataron de hacer popular por su origen indígena, pobre, de empuje, mientras por otro lado, las dirigencias, empezaban el negocio tremendo del tráfico de influencias para determinar candidaturas federales, pero también estatales, al viejo estilo y todavía se sirvieron con la cuchara grande cada “líder” una senaduría, para acabar de convencer no a los seguidores de Morena, sino a los pocos seguidores que les quedaban, que ellos no eran ese cambio.
Treinta y cinco millones de votos –como señaló Loret de Mola- no se dan con apoyos sociales; supera el nivel de beneficiados con mucho: a favor de Morena votaron otrora militantes de esos partidos de líderes abusivos, que acabaron de hundir sus siglas por el sobre peso de la corrupción política que practican, y cuya herrumbre carcomió todo el fuselaje de sus naves.