No son pocas las oficinas ejecutivas del sindicalismo en que el tema generó interés.
No es la primera vez en lo que va del sexenio en que se filtran versiones de que se va a pugnar por transparentar los procesos internos en los gremios, y terminar con liderazgos prolongados que inevitablemente generan corrupción.
Porque desde hace mucho tiempo se presenta una indiferencia de los gobiernos ante la corrupción que permea en los dirigentes de los sindicatos a beneficio de los titulares que los acuerpan, y desde esas condiciones se proyectan y quienes llevan décadas de líderes.
Bajo el amparo de la autonomía sindical, los líderes han amasado grandes fortunas, mismas que van compartiendo con el titular del momento, el que a cambio, apoya sin rubor sus reelecciones y es por eso que por periodos y periodos, el líder de que se trate, es el “idóneo” hasta su jubilación.
Ejemplos de eso hay por todo el país, desde líderes de sindicatos municipales hasta federales, los que mediante medidas coercitivas, van acallando toda disidencia “que atenta en contra de la vida institucional”, y ya sabrá que historias hay de por medio.
La confrontación en el sindicato de burócratas del gobierno chiapaneco, la de los municipios que como el de Tuxtla tiene tantos sindicatos, y si elevamos el discurso hasta el de Pemex, dan ejemplos de la enorme corrupción que existe, desde las basificaciones hasta las recategorizaciones.
Todo se vende, se trafica, se condiciona.
Lo vemos en todos los gremios, hasta en el magisterial.
Los sindicatos son impunes y los líderes corruptos; desde la propia iniciativa privada se observa, sea Teléfonos de México, sea electricistas, o en la inmediata conocida: el Cobach.
Así, los sindicatos han sido botín de años, y los con todo y de bajo perfil, cuyos dirigentes se reeligen sin ruido, pero sin abogar por los trabajadores, como es el objetivo.
Por eso las versiones de que si se tiene que tocar la ley laboral por los acuerdos con el magisterio, se tendrá que ver el tema sindical, no hay de otra.
