Lo que sucede en la oposición en el ámbito nacional, no se puede disociar de las entidades; el resultado de las elecciones de este año deberían merecer toda su atención y nada más no hay actividad, aun los números no los beneficiaron.
Tanto en el PRI como en el PAN, viven esas consecuencias de la suficiencia política que, los distanció de sus militantes como partido, y de los ciudadanos como gobierno: el PRD sencillamente se asfixió.
En conjunto, en esos tres partidos otrora –no hará seis años- eran los mayoritarios; sus grupos internos depredaron e instalaron dentro sus feudos a modo, y los ramificaron en cada entidad, repartiéndose las posiciones como si fueran lotes, y en éstos, cada beneficiario colocaba a sus propios, desplazando a los militantes por un lado, y anquilosando personajes por otro, que dominaron las dirigencias por varios años, en un caciquismo político que los dejó sin nuevos cuadros, como fue claro en Chiapas, en que los partidos perdieron vigencia: el PRD no existe, su caída fue evidente luego de doce años de ser gobierno estatal, y no tuvo estructura para competirle al PVEM en 2012.
Hoy la falta de capacidad por parte de los integrantes de la oposición es clara: mientras los morenistas y aliados andan en efervescencia, la alianza opositora ni se mueve; así en varios estados del país, y lo peor es que no muestran pulso para revertir esa situación, y por el contrario, en algunas entidades las facciones partidistas están divididas y hasta renuncian, para irse al partido dominante.
No dan temor en Morena, que actúa como si no existieran, los evidentes negocios cupulares se observan.
Hay enojo, mucho enojo en la militancia de esos partidos derrotados, porque fueron engañados en la idea de que tenían altas posibilidades de triunfo, y aun con eso, no se ve que reaccionen, porque esos partidos para empezar, deben de renovar a todos sus cuadros dirigentes.