Editorial

22/junio/2024

 

Ahora que el peso se vuelve a estabilizar, luego de que se generara la ficción de que se iba a ir en picada ante el dólar, resulta que el anunció internacional de la reposición de naciones destino de inversiones, apareció México en décimo lugar con 36 mil millones de dólares en el primer trimestre del año, faltando los datos del segundo cuyo corte es este mes, lo que reactivó la fortaleza del peso.

 

Dos cosas simples: cuando se ahorra y no se gasta más de lo que ganas, la casa mejora.

 

Sencillamente se acabaron los excesos, se limitaron los abusos, y se ven los resultados, porque es a escala internacional, no demagogia interna del presidente López Obrador.

 

Por eso México le tiene que apostar a la continuidad de proyectos y programas buenos, viables para el país, y eso no solo compete a los gobiernos sino también a las cámaras legislativas, en dónde deben llegar personas cada vez más capaces y menos recomendadas, ahora que las convicciones no son necesarias y los políticos brincan de una sigla a otra, en aras de sus intereses personales, al menos que estén preparados para la responsabilidad que representan.

 

Pero en vez de hacer planteamiento lógico en favor de los intereses del país, caen en lo político.

 

De esa forma seguidores y contrarios al mandatario se enfrascan en una serie de ocurrencias o descalificativos oportunistas, demagogos y hasta groseros, que han ubicado a la calidad política mexicana entre las peores de América.

 

¿Por qué no reconocer que a México le ésta yendo bien desde 2022?

 

Lo saben los empresarios que, en el argot económico, lo perciben en sus cuentas, ni modos que no: ahí están los volúmenes de exportaciones, de ingreso de divisas, de llegada de empresas.

 

Ya acabó la temporada de las políticas de partido -sucias, degradantes-, y dadas las decisiones, es la hora de fortalecer un proyecto de nación que, tanto fortalezca al país como beneficie a sus nacionales, y eso no estaba pasando por sexenios.

 

Y ahora que sí, a minimizarlo, a descalificarlo.

 

Pues no funciona: el peso se recupera, las finanzas están sanas, el pueblo confía en su gobierno.