Por lo que se ve, la derecha no va a dejar de hacer lo mismo: la campaña en contra de las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador y en contra de su investidura van a seguir hasta que deje el poder, ataques en iniciaron antes de su mandato, en plena campaña presidencial y después del triunfo -antes de tomar posesión-, desde los puntos más reaccionarios al supuesto populismo que encabeza por refrendar su postura de “primero los pobres”, y que indica que los sectores más reaccionarios se inclinan por seguir pese a que en seis años, no le hicieron mella a la 4T.
Ese sector económico reclamaba, no sin razón, que había que también fortalecerlo para hacerlo competitivo ante la apertura del T-MEC, y la vía era a través de los incentivos de siempre, que comprenden créditos blandos con el aval del gobierno, prorroga en el pago de impuestos, y en el rubro laboral, mantener un sueldo mínimo de miseria que, permitía, que los trabajadores mexicanos fueran explotados por patrones abusivos que, al menos en los trabajos de mostrador, le dejaban caer horarios de entre diez y doce horas.
De ocho AM a ocho PM.
¿Quién se acuerda cuando, en la pandemia, los empresarios organizados de México, solicitaron que para las personas que perciban hasta cuatro salarios mínimos en sus empresas y negocios, para no despedirlos y garantizarles un salario mínimo en lugar de despedirlos, el gobierno pagara la mitad?
AMLO se negó.
Tenían el dinero para hacer lo justo con sus trabajadores, y la volvieron a hacer cuando se reactivó la economía al decir que no tenían dinero para reiniciar sus actividades.
Hoy el escenario es muy distinto: México aguantó hasta una especulación financiera a la mala, orquestada por las casas de bolsa, y así van a seguir, igual durante toda la administración de Claudia Sheinbaum, a la que acusan ser clon del tabasqueño, cuando no lo es, pero sí en la cuestión social, la moral, la ética, la nacionalista que dicta que se debe promover la igual de oportunidades en los mexicanos, con hechos, no explotando a nadie.