Desde luego que la oposición debe entrar en una reflexión seria, si quiere permanecer.
En lo que va del siglo han sido varios los partidos que han estado y desaparecido, que le han costado al erario y no han aportado nada a la democracia.
Que inventaron firmas y lograron el registro y luego se quedan sin sustento y obvio sin presencia, pero con el PRD es diferente: perdió el registro en estas elecciones de 2024, por lo que se mantuvo en la contienda desde 1989 en que logró el registro, y estuvieron presentes Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Andrés Manuel López Obrador, Heberto Castillo, Gilberto Rincón Gallardo, Amalia García, entre otros.
Hoy varios ya no están militando en ese partido: ni Cárdenas, Muñoz Ledo, Ifigenia, Amalia García, Rincón gallardo fue de los primeros que renunció al Sol Azteca, en una fecha en que se dio la frecuencia en cascada, antes incluso de que Morena lograra el registro en 2014.
El ejemplo del PRD puede cundir y reflejarse en el resto de los partidos con los que se alió: el PRI y el PAN, cuyos poderosos intereses internos no los deja evolucionar y librarse de cofradías de dominio que inhiben a la democracia y provocan el tráfico de influencias.
Resultado: la gente no votó por ellos, México no tiende a la derecha, no jala con rémoras del pasado, pero aun con eso habrá personajes como Manlio Fabio Beltrones, Ricardo Anaya entre otros viejos esquemas del PRI y el PAN, que estarán en las cámaras, como mensajeros del pasado.
Ese pasado que le pesó tanto a Fuerza y Corazón por México, en las pasadas elecciones a la presidencia.
Minoría, es difícil que priistas o panistas avancen en las mociones vía confrontación.
Obligadamente deben de conceder porque descalificar o insultar no es proponer: se trata de pactar, llegar a coincidencias para a partir de ahí, irse por las coincidencias y establecer los puntos de acuerdo en las cámaras.
Hay que recordar que son las cámaras de la federación, en dónde la voz de los menos se escucha igual que la de los más.