Editorial

8/junio/2024

Dicen que si algo no tienen los más ricos del país agrupados en el Consejo Mexicano de Negocios es ser “ingenuos”. Para los analistas a éstos señores y señoras no los mueven las promesas.

 

A ellos en concreto “los mueven sólo las utilidades”, el varo.

 

O sea que las filosofías y el bien común no los lleva a ningún lado si no hay dinero suficiente y proyectos viables de por medio.

 

Esa es la neta.

 

Desde que se empezaron a limar las asperezas, allá por febrero de 2020 –antecito de la tremenda pandemia- Andrés Manuel López Obrador y empresarias del Consejo Coordinador Empresarial, no llegaron a nada claro. Eso motivó que los detractores se le fueran encima sobre que la llegada de éste a la Presidencia de México no les augura más que problemas, desgracias y un severo retroceso a México.

 

Los empresarios señalaron de ese encuentro que “Acordamos trabajar juntos por México, en forma igual para ricos que para pobres”, según les dijo López Obrador.

 

En ese entonces Juan Pablo Castañón, era el presidente del CCE, y solo dijo que el gran logro del encuentro fue que “ambas partes pusieron sus discrepancias en la mesa” y que “nunca se perdió la cordialidad”.

 

Ya todo es distinto.

 

Claudia Sheinbaum fue aún en mayo como candidata a la 87 Asamblea de la Asociación de Banqueros de México en Acapulco, y dejó claro que si algo puede hacer crecer a México es la empresa y el libre comercio, o sea no la encerrona socialista y ni la economía de estado a que alegan desde la oposición, que hacen comparaciones equívocas con naciones como Cuba o Venezuela, pues por lo general sacrifican libertades, sea de culto o de manifestación de las ideas.

 

Hoy los empresarios trabajan sin problemas con la 4T, y seguramente lo harán con la primera presidenta de México, pues está el antecedente de esa convención bancaria a la que llegó y habló claro, luego de que los medios afines a la oposición expusieron dudas en que lo hiciera, basados en que el presidente AMLO los ninguneó al presentarse en ese puerto el día de la convención, y primero fue a verificar las obras de reconstrucción por los estragos causados por Otis, y posteriormente en la tarde fue a la convención de las instituciones de crédito, por lo que consideraron que los dejó “en segundo término”.

 

De ese tamaño se las gestaban los medios en contra del mandatario.