Tubo de ensayo

15/mayo/2024

René Delios

Tantos los contras como los seguidores de AMLO, se obstinaron en no encontrar puntos coincidentes. Unos no aceptan que está nación fue entregada bajo una corrupción asfixiante por los efectos sociales que generó y que aun se padecen –y que la oposición minimiza inútilmente con el “ahora esta peor”-, y los otros por no entender que esa corrupción no se elimina por decreto, es decir, sigue vigente.

Se entiende que la crítica ha sido y es un derecho, y desde luego, los gobiernos no están para ser adulados, sino de siempre cuestionados –con la opción de dar respuestas-, y por otro lado, gobernante o gobierno democrático debe ser tolerante a la crítica, aun los excesos, como se ve ahora de parte de la oposición en México, que autoritaria no quiere ver que el pueblo al que se dirige, los conoce bien porque los padeció cuando fueron gobierno.

La otra es que no hay peor demagogo que el adulador del pueblo –dicho de Aristóteles, alumno de Platón y maestro de Alejandro el Magno-, y menos cuando ese gobierno da más excusas que resultados, por no reconocer sus limitantes frente al enorme reto de resolver en un sexenio, los rezagos acumulados de un siglo.

 

¿Cómo con qué?

 

Los adversarios de la 4T son los fundadores de la política mexicana, de las más corruptas del mundo, para no variar, que pelea más por las mercedes y privilegios que perdió, que por tener razón.

Y ese es el problema de la oposición: su pasado los alcanzó.

Otra cosa es el exceso en que caen, la nociva carga de desinformación que generan a través de medios y sus analistas aliados con tendencia amarillista -¿O de ultraderecha?- y de choque reaccionario en contra del gobierno, la 4T y Morena, como si fueran la perdición de México. La diferencia es que, esos medios aun el uso anexo de las redes sociales, ya no manipulan el criterio de una nación sensibilizada a fuerza de padecer las consecuencias de sus malos gobiernos, esa es la verdad.

Sí hubieran sido buenos gobiernos estuvieran en el poder y la 4T ni AMLO existieran, pero ha pasado todo lo contrario: en menos de un sexenio, Morena, si bien no ha resulto los problemas -pobreza, seguridad, vida digna-como lo prometió, la verdad es que casi los tiene borrados como administradores en la nación, desde la presidencia de la república, pasando por 22 estados y en al menos 514 municipios –de 2 mil 470 en el país, y que pueden perder en masa este 2 de junio-, y aun eso los medios tradicionales le han generado un marketing a esa oposición que, crea el bloff de que “Fuerza y Corazón por México” es competitivo frente “Seguiremos haciendo historia”.

Entonces, si no fuera por el apoyo de esos medios informativos resentidos, apenas se supiera de que hay oposición, tal como pasaba con los que en su momento fueron adversarios del PRI o el PAN durante todo el siglo pasado: esos medios están con el que les dé el varo, no con la verdad, y eso ha sido claro por sexenios en que no solo ocultaron la realidad social, sino que también censuraron la inconformidad en consecuencia, y ahora que quieren manipular, no pueden: la tremenda herramienta de las redes sociales lo impide: no tienen credibilidad, aparte de que la gente se comunica entre sí, no los necesita de interlocutores.

No tienen otra que exagerar la presencia de la oposición como vía de manipulación.

Y es que como en Chiapas, en al menos 17 entidades de México la oposición no tiene presencia; en la entidad el PAN no tiene alcaldías ni diputados locales; el PRI apenas un legislador local, y unas cuántas presidencias y el PRD es lo mejor posicionado, de ahí que una militante sea la candidata al gobierno estatal, por ejemplo.

Pero sus abanderados andan como si fueran la máxima propuesta popular y no lo son.

No lo son varios ni de Morena, pues en esas encuestas de marras hubo manipuleo insano, lo que permitió las candidaturas de personajes desconocidos en el argot político local, y entonces fuerzan a la gente a votar por lo que presentan esos partidos repartidos en cofradías, grupos, tribus, y demás corrupción.

Porque esa es la otra: la corrupción política que hay en los partidos, incluyendo a Morena, y de ahí que sorprenda –o igual ya no-, que aparecieran personajes no tan gratos en los listados a candidatos para el senado, a diputados federales, locales y alcaldes, y no se diga regidores: ex priistas conocidos, cínicos, que no representan al pueblo y sí a sus intereses, pero son necesarios para consolidar el proyecto de la 4T local, porque tienen con qué competir para ganar.

Porque el que no tiene varo para qué compite; lo dijo Carlos Hank González: “político pobre, pobre político”.

Las campañas cuestan y bastante.

 

¿O no es cierto?

 

Muy aparte de evaluar sí son cuadros que valgan la pena, está la realidad de que en su mayoría son ahijados de políticos y de cacicazgos, y sí, muchas veces ignaros de su cultura, abusivos de sus posiciones, pero generan votos, aunque sean consecuencia de la corrupción que ha existido desde sexenios en los partidos, que presenta malos políticos, malos administradores, y eso es lo que ha padecido Chiapas por décadas, y ahí están lamentablemente los números del bajo desarrollo social y humano, como consecuencia de ello, y pese a que la gente reclama eso desde el inicio del siglo votando -al ser de las pocas entidades que iniciaron con la transición política interna-, las dirigencias partidistas no entienden.

Ahí están en campaña los ahijados y protegidas del caciquismo, jugando a la democracia.