René Delios
No solo a Clara Brugada -quien forma parte de las nueve mujeres que compiten para ser gobernadoras en ocho entidades-, le llueve con la llamada guerra sucia como candidata a jefa de gobierno de la CDMX; llevan igual todas las que van en busca de una candidatura -sea a legisladoras o alcaldesas- , y ni siquiera sus iguales las respetan o aplican la no violencia política de género, y cual misóginas genuinas le dan con todo a las candidatas en las redes sociales, y reproducen todo lo relacionado a la adversaria, aun sea mentira.
Ya tiene tiempo que esto pasa en las campañas políticas de todos lados, y más cuando el aspirante puede vencer a las fuerzas tradicionales del municipio, el distrito, el estado.
El caso es que, se supone, que la guerra sucia se destina por lo general a los punteros, al que le sacan por todos lados sus relaciones turbias, negras, corruptas, y si ya de plano está muy arriba el o la compa, pues decir sin pruebas que es parte de algún cartel, como hicieron recién con Claudia Sheinbaum porque el presidente de México fue objeto de una campaña deleznable de “narco presidente”, orquestada desde el exterior, vía departamento de estado de EU, cuyo titular insiste en tratar de involucrar al gobierno del país en alguna relación con el crimen organizado, y brinca que haya mexicanos viscerales apoyando esas posturas con tal de llevarle la contra a Morena y a la 4T, sin ver la verdadera intención de intervención, a lo mejor ignorantes de la historia que comprende una áspera cicatriz en la línea fronteriza norte.
El caso es tronar al candidato puntero, en lo que hoy conocemos como guerra sucia, las que ahí se quedan, y el desprestigio a la persona también.
No se puede hacer nada, porque si un candidato a un puesto de alcalde de un municipio importante o a gobernador del estado es acusado de relaciones o de ser parte de un cartel, pues creo que la FGR daría la voz de alerta, como pasó con Francisco García Cabeza de Vaca que no pudo ser diputado federal por el PAN, tal cual lo indicó el tribunal electoral, pues el señor tiene orden de arresto.
Pero en los demás casos sin expediente no pasa, y resulta que así han seguido en lo que va del siglo, en medio de reformas electorales sin formas, y en torno a la persona, al candidato, a su dignidad y calidad moral pisoteada, no se dice nada ni se blinda nada.
No amerita castigo.
¿Será que eso, los legisladores y legisladoras, el poder Ejecutivo, lo consideran parte del riesgo inherente a la pobre calidad política que se practica en éste país?
Eso incluye el que, vía tráfico de influencias, llegan a la representación popular sin ser populares, una serie de ignaros de la cultura de sus propios pueblos.
Lo que vivimos ahora en las presidenciales, repito, es ilustrativo –insisto- las mismas iguales con todo en contra de las candidatas, en especial contra las de morena, cuyas siglas la derecha enferma sataniza como si se tratara de malas mexicanas y no es así.
A la fecha no se ha oído de que, en gobiernos encabezados por mujeres se hayan registrado malas acciones administrativas, salvo las políticas, como la que aplicó la gobernadora de Coahuila en contra de los libros de texto gratuito, pero esa es otra historia.
Aun con eso, nada más no han podido con la popularidad de la 4T, que los borra del mapa político -ahí están los números-, y aún hay estertores que se niegan a aceptar que, la transparencia es necesaria y el estado de derecho una vigencia, que permita la convivencia tranquila, despejando lo ilícito de la vida cotidiana.
Digo, porque estamos tan acostumbrados a la corrupción, a conocer actos de barbarie, que perdemos la capacidad de asombro.
Pero de eso a mentir sobre un candidato o candidata ofendiendo su honorabilidad, es otra cosa.
Puedo escribir sin pena en mi muro que fulana es querida de mengano, y que por eso le dieron la candidatura, y un río de like como que lo sustentan, sin que pase nada.
¿Tienen pruebas?
O sea que porque lo dice “el cuervo” en su perfil del Facebook robó Pablo, Juan, Manuel y ahora Rutilio ¿Y las pruebas?
¿Quién las puede tener? ¿La contraloría estatal, el órgano de fiscalización, la función pública, la auditoria de la federación?
Igual y no, pues no hubo denuncia ni hay carpeta de investigación.
¿O sí?
Igual pasa con las acusaciones de todo entre candidatos.
¡Asesina! Le publican pasquines a la doctora Claudia Sheinbaum por el suceso de la escuela y el metro, y no hay manera de que eso sea cierto, pero se justifica como titular primero de la delegación y luego del gobierno de CDMX.
¿Pero si fuera cierto, qué asegura que su adversaria es mejor o diferente?
No hace mucho acusaban –acá en Chiapas- a Eduardo Ramírez de ser parte del clan de Manuel Velasco, pero como el llamado jaguar ya no tiene a nadie enfrente, hasta los de la oposición se callan ahora eso.
¿Ignominiosos?
Sin duda.
Porque si tuvieran cómo atacarlo, lo harían -también sin duda-, pues la política local no solo es mala, sino también perversa, delesnable, sucia.
Y así va a seguir mientras no se pongan reglas de respeto en las campañas proselitistas, y se de seguimiento a la guerra sucia para buscar a los generadores -como hizo el gobierno federal para ubicar el origen extranjero de la campaña “el narco presidente”-, pues como que ya basta que a nombre de la libertad de expresión se sigan cometiendo tantos abusos en contra de la vida privada y moral pública -de por sí bastante sobajada- solo porque “en mi muro publico lo que quiera”.