René Delios
Cada maestro es -o debe ser- un creador, y dependiendo de su exposición y motivación, hace al aula participativa, y obliga a razonar contenidos, no a repetirlos, incluso hasta a mejorarlos, pues la educación se alimenta de sí misma, evoluciona.
Otra cosa es cuando se habla de movimiento magisterial; eso es hablar de lo sindical, y para nada refiere al intelectual, pues su idea de lucha es laboral, y entonces bajo ese esquema, ha habido demasiado desgaste en la calidad educativa, que es lo otro de lo que muy poco hablan, tanto SEP como CNTE, organización gremial que prepara otro paro general para éste 15 de mayo, y eso que como nunca, el gobierno federal ha negociado con el magisterio disidente, y en el caso de que, AMLO les diga sí a todo, pues como que se van a quedar sin banderas, y la pregunta es si ¿Se va a pasar otra década en la “lucha”?
Porque la verdad -se supone– que superada la cuestión de la reforma educativa y la laboral, se abocarían a mejorar la calidad de la educación básica, para que en mediano plazo lograr dejar atrás el enorme rezago de calidad que hay entre ellos, y que es una realidad medible ante una urgente demanda nacional de maestros mejor capacitados frente al aula, es decir, no se trata solo de soltar las plazas a destajo, sin inteligencia de tajo y ante ello preguntamos también ¿Qué rumbo lleva la nueva escuela mexicana?
Porque de reformas la nación está harta, pues los ejemplos de su incumplimiento abundan a lo largo de la historia reciente en México, y al final de cuentas la estructura oficial del sector de que se trate, no da “el ancho” y todo se queda a medias como tantos programas sexenales referidos como lo Non Plus Ultra por cada presidente en los últimos seis lustros, es decir, cinco sexenios, y puede qué hasta seis, pues debemos incluir el presente que ya va de salida, y al entrante que será la misma vaina, y al que –tampoco- le van a alcanzar sus seis años para terminar con las demandas de la nación, como es una mejor calidad de vida.
Este sexenio agoniza en medio de polémicas constantes y estériles, confrontación política –tanto radical como reaccionaria-, violencia negada aún las altas estadísticas de muertos, y desde luego, administración institucional de mala calidad.
Y así en salud, en seguridad, en educación y súmele, porque si la nación estuviera boyante, pues habría eso: seguridad, buena educación, buena calidad de vida.
El asunto es que los mexicanos padecemos las consecuencias de estas diferencias y deficiencias que se siguen acumulando en rezagos que deben ser superados -estamos llegando al primer cuarto del siglo XXI-, siendo de las más graves que padecemos lo educativo –en serio, un pueblo letrado, con lo necesario, no es manipulado-, a sabiendas de que solo la educación –no otra cosa- es igualadora e integradora, y toca al magisterio y la SEP, hacer su parte y brindarla a la población para su desarrollo cuantitativo y cualitativo.
Pero unos por proteger su postura gremial e ideología política, y los otros por hacer valer la ley promulgada y la supremacía del gobierno, mantienen un diálogo bizantino de estira y afloja que no encuentra una vía –una sola- de entendimiento que permita hablar claro: debe haber calidad en la educación.
Pero no, lo que hay es una áspera relación entre las partes que la imparten; la CNTE pide una ley educativa que realmente revalore y respete al magisterio en todo sentido, y el gobierno quiere un magisterio ¿sumiso? como el SNTE cuya plana mayor ya se reunión con Sheinbaum, a la que se le cuadraron pues, ellos, los del sindicato charro, están acostumbrados a eso: el vasallaje.
Entonces tenemos que es la CNTE la que pugna por los derechos magisteriales, y es por eso que este 15 de mayo, vuelve a las calles.