Arit León Rodríguez
La ciudad estaba realmente hecha un caos el día de ayer en búsqueda de gasolina para al menos poder funcionar unos días o algún tiempo razonable para poder acudir a las obligaciones que como ciudadanos tenemos para poder desarrollar nuestro trabajo, y demás cosas, como el llevar a nuestras hijas e hijos a la escuela, comprar alimentos y demás simplezas, y claro, ya no quiero hablar de los taxistas y los transportistas en general, que dependen completamente de la gasolina para poder moverse.
Aún cuando las autoridades no han dicho oficialmente nada, muchas personas se preguntan qué sucederá con la situación laboral de muchos trabajadores.
Sabemos de sobra que existen trabajos que de forma ordinaria implican un traslado largo por la ciudad en transporte público o personal, y que a partir de esta noche serán prácticamente un caos puesto que también implica que muchas familias tengan que definir su tiempo para llevar a sus hijas e hijos a las escuelas, irlos a traer y regresar a sus centros de trabajo sin verse afectados, por ejemplo checar un reloj de asistencia.
¿Existirá en este caso algún tipo de afinidad social y humana con las personas que laboran en diferentes planos tanto administrativo, público y privado?
¿Algún tipo de condonación permiso o justificación para quienes no puedan asistir en el trayecto del día a tiempo a sus centros de trabajo?
De nuevo la población queda en medio de intereses creados de un sector muy particular, al cual no le importa el daño terrible que le puede hacer a familias enteras en pos de la lucha de sus derechos.
Espero, qué suceda alguna situación que haga que cuando usted lea estas líneas, la situación haya cambiado, por el bien de todos y todas.
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A más de 38 grados a las 6 de la tarde y con una sensación térmica de 41 honestamente sigo pensando que carajos estamos esperando para que exijamos a las autoridades tuxtlecas ya de una vez establecer los cinturones verdes forzados e intocables en nuestra ciudad.
Veía yo una foto de los 90s de lo que era el bulevar Belisario Domínguez y definitivamente un dejo de tristeza acabó conmigo. Con el tiempo y de forma paulatina los árboles que llenaban ese magnífico verde qué adornaba los bulevares de la ciudad desaparecieron y dieron paso a construcciones y empresas que el día de hoy son parte de una fachada moderna, fría y llena de concreto y calor ardiente durante el día, y lo más lamentable es que muchos de esos espacios en el día no son ocupados puesto que son casi dedicados exclusivamente al entretenimiento nocturno y unos cuantos que funcionan de día están tapizados de vidriería y climatización artificial.
¿Por qué será que a esas empresas no se les exigió mantener áreas verdes en las calles pensando en la ciudadanía que transita por esa zona?
Es un fenómeno que ahora está explotándonos en la cara y que fue advertido hace muchos años, el calor y la sequía nos está asando vivos en el comal en el que hemos convertido nuestra ciudad, y con el altísimo índice de vehículos y gasolineras expidiendo gases contaminantes la bomba va a explotar, puesto que estamos rodeados de montañas, con un calor atroz, un río que nunca ha sido bien tratado en la época actual y una ciudadanía que sigue incrementando su capacidad de consumo así como su población.
Debe de hacerse ya una visión urgente de trabajo ecológico y de medio ambiente, debería ser prioridad, o pronto tendremos serios problemas de zoonosis y demás situaciones derivadas de el descuido, el hacinamiento, la sequía, la pobreza y la indiferencia política.