Editorial

31/mayo/2024

 

Fue tremenda la campaña; ojalá en propuestas, reflexiones: destacaron los insultos, los descalificativos, las agresiones.

 

Desde ayer mismo se incrementaron las agresiones en las redes sociales, exhibiciones como si fueran ciertas, enredo de intereses entre candidatos con lo ilícito, periodistas, empresarios, todo incluido.

 

Ha sucedido en el pasado, desde 2012, y arreciaron más en 2018 y por supuesto ni se diga para éste 2024, a días de la votación éste domingo 2 de junio, en una contienda que suma 23 asesinatos.

 

Para 2021 -en las federales intermedias de éste sexenio-, se registraron ataques directos que sumaron mil 66 agresiones, con resultante de 102 políticos asesinados.

 

Hoy en torno a las campañas electorales en México hay que blindar hasta las candidaturas -como se hace con las prerrogativas para evitar uso de dinero negro-, y luego del registro, se investiga – se dice- a la personalidad en su honorabilidad, integridad y probidad según esto, y de todos modos se les va uno que otro narco político.

 

Así, se dice, que hay homicidios por diferencias entre carteles, no porque fuera candidato.

 

Es una vergüenza lo que sucede en México, de los más cínicos países del mundo, en dónde se habla de la democracia desde la imposición, de transparencia desde la corrupción.

 

Videos, fotografías editadas –memes insultantes- en las redes dan supuesta cuenta de lo que sucede en éste país, en dónde los partidos de oposición y el gobierno, se acusan, y para colmo los grupos delincuenciales ensucian aún más el lodazal existente en la política mexicana.

 

Apenas el miércoles pasado, el candidato de la coalición PRI-PAN-PRD a la alcaldía de Coyuca de Benítez, en la Costa Grande de Guerrero, Alfredo Cabrera, fue asesinado a balazos bajando del templete del cierre de campaña.

 

Ya se sabrá el porqué, o como en los otros casos –incluso de 2021-, ni sus partidos reclamarán justicia pasado el proceso electoral.