Desde la federación hasta los estados, los gobiernos de Morena son pésimos, porque así lo dicen sus adversarios, mismos que se desgarran las vestiduras a diario con argumentos “sólidos y fehacientes”, de que todo lo que afirman es cierto, y como muestra aseguran que el país se está cayendo a pedazos.
Y no es cierto.
El asunto es que algo tendrán que hacer, pues ante la baja recepción que tuvo el ataque al presidente todo el sexenio, sin más mostró el poder de convocatoria del tabasqueño que, desde luego tratan de minimizar a través de los medios informativos tradicionales que, han tenido una seria merma de audiencia, que ya deben empezar a evaluar sus directivos.
Porque los políticos ya lo hicieron: no les funcionan, al menos a la oposición y será más que evidente en ocho días en que se de a conocer la decisión popular.
El punto es que la denuncia hay que probarla, pues cada semana tenemos polémica -la presente tiene de estelar la educación-; dicen, señalan, afirman, y para los medios “informativos” y replicadores en las redes sociales, basta que la referencia la emita “fulano de tal”, para que sin corroborarla, difundirla ante la opinión pública, lo que para nada es información veraz, y bueno, cada ataque desde que es gobierno la 4T, ha sido sistemática y nada más no le han bajado presencia a Morena como afirman, e incluso sostienen que, la imagen del mandatario va a la baja, y muy aparte de que ya se comprobará esa hipótesis en las elecciones, está la realidad de que la animadversión sigue siendo recurrencia en la política mexicana, pues lo de hoy no es nuevo, y lo ha vivido cada presidente que llega “con cambios de fondo”, en ese afán irremediable de reinventar a México cada sexenio, y en cada gobierno llegan sus integrantes con la panacea del combate a la corrupción, aunque por la reacción de las oligarquías otrora depredadoras del erario, debe ir bastante bien, porque aseguran que van a ganar.
Tampoco es cierto.