Editorial

18/mayo/2024

 

En Chiapas mencionar al PRI, al PAN y al PRD no tiene caso, menos al MC, pues no son organizaciones políticas con posibilidades de competir por la gubernatura, y menos que, los parasitarios partidos locales, se aliaron a la candidatura de Eduardo Ramírez, de Morena.

 

Ni en el ámbito nacional la oposición, aun integrando al Movimiento Ciudadano, le ganaría la presidencia a Morena, partido que se ve seguro de su triunfo, ante una oposición cuyos argumentos para ganar, no los demuestra con el actuar de sus dirigentes, con el reparto descarado de las plurinominales a favor de líderes regionales de la alianza que es oposición –sin prestigio político-, que no entienden que con ese acto de imponerse en las candidaturas al senado y a San Lázaro, a alcaldías más que apoyo, son un traspié a las aspiraciones de Xóchitl Gálvez.

 

Pero esa es otra historia.

 

La que llama la atención es que en Chiapas Morena está posesionado, como a principios de siglo lo estuvo el PRD y dos sexenios después el PVEM: esa realidad política permite que, Eduardo Ramírez logre una alta votación no solo a favor de él, sino del proyecto nacional de presidente –y va a ganar- de Claudia Sheinbaum; las campañas políticas estatales ya casi concluyen y reiteran que no hay oposición.

 

Y de eso se aprovechan los vivales: son pocos los seguidores de morena que se preocupan por los antecedentes y nexos de los aspirantes, y los que lo hacen lo exhiben en la guerra sucia que se protagoniza en las redes sociales –ahí están los casos de Paco Rojas y Ángel Torres- que son objeto de mucha inquina.

 

¿Es eso la nueva política para Chiapas?

 

¿Así se va a ser gobierno?

 

Insultar y descalificar es lo mismo que desconocer e ignorar, que es precisamente lo que tiene a la entidad entre conflictos sociales recurrentes.

 

Chiapas, aunque es tierra segura para el triunfo de Morena, amerita mucho diálogo interno.