Editorial

16/mayo/2024

Mientras los seguidores con todo de Andrés Manuel López Obrador y sus contrarios más acérrimos mantienen una disputa constante en todos los medios y redes sociales, a favor de las aspirantes a la presidencia, se degrada la política vía insultos, descalificativos, en tanto, los que en verdad viven la realidad mexicana parecen estar excluidos del debate de marras.

 

El México de López Obrador va por buen camino según afirma, pues según esto la transparencia y la rendición de cuentas como la información se muestran a diario, aun los menos favorecidos sigan siendo una asignatura pendiente, pues una cosa es subsidiar la pobreza y otra erradicarla.

 

Sus seguidores y creyentes, tienen la confianza de que la corrupción fue erradicada de raíz y no es cierto; persiste con mucho en la burocracia, en especial en la aún llamada “dorada”, o en la administración de justicia, en dónde las irregularidades no dejan de suceder, siendo más marcadas en el fuero federal.

 

Pero es claro que la crítica se centra entre los resentidos por la apabullante derrota que les aplicaron en 2018, luego en 2021, 2022, y la última en 2023 en Edomex, y si esa semejanza se registrara en unas elecciones nacionales en Noruega o Paraguay ¿Cuál sería el razonamiento obligado?

 

La tendencia –así le llaman ahora- marca a favor de Morena para 2024.

 

¿Entonces para qué desgastarse tanto?

 

Pero se trata de figurar, que es parte de lo que gusta AMLO, y polemizar, hacer política le dicen a eso ahora, cuando realmente polariza, divide.

 

Pero hasta la política evoluciona, y esperemos que la presente polarización termine cuando se den a conocer los resultados electorales y se confirme el triunfo limpiamente.