“Incomoda a medios mi avance”: Alvares Máynez.
“Morena y el presidente están ardidos porque voy al frente en los sondeos”: Gálvez Ruiz.
“El Poder Judicial no debe lavarse las manos ante la inseguridad”: Sheinbaum Pardo.
Estos son planteamientos que podrían indicar que la necesidad a la vez revela la intención, pues realmente la que es considerada la puntera, ni se refiere a los porcentajes de la contienda y ni emite opinión de las consultas, aunque sí sigue la misma línea que padeció Andrés Manuel López Obrador como candidato, al que le escarbaron cuestiones familiares como si fuera responsable del actuar de terceros, observándose también ahora que ambas candidatas, son objetos de injurias e inquinas incluso de parte de sus iguales.
¿Pero cuándo los candidatos y candidatas mienten?
Las técnicas para realizar encuestas están muy avanzadas, incluso la resultante se puede manipular de acuerdo a la región, fechas, días incluso, pero para los verdaderos responsables de la ingeniería electoral en los partidos no les dicen nada, y tan solo confunden a la opinión pública cuando, su aspirante, pierde.
Es cuando se empiezan a registrar las impugnaciones, pues incrédulos, quieren demostrar sin pruebas ante la autoridad juzgadora electoral, que se hizo fraude, abuso de la legalidad, y en suma quieren ganar en los tribunales lo que no logran en las urnas.
Es cuando se retoman los temas sobre estos personajes que, aparte de que se sienten populares tienen la idea colosal de que son los idóneos, que nadie mejor que ellas para la representación y esa soberbia los hace los peores.
Son los que se deben al padrino, no a los votos, según esto, y sencillamente se distancian de la base, y en el cinismo o en el descaro, hasta buscan reelegirse.
Desde luego que en éstas elecciones 2024 habrá muchas sorpresas, muchos decepcionados indignados por el “fraude al pueblo”, y demás referencias de tanto creído en sí, en la inteligencia de que el amparo de las siglas de Morena a muchos no les bastará para ganar.