Sigue siendo un problema de ética y de responsabilidad profesional el cómo se manejan los contenidos informativos en México, sea en aras de lucro político o económico, aunque se sobre nota la inquina y la parcialidad en estas campañas federales y estatales, sin medir consecuencias para la vida pública o privada del –por lo general- político del nivel de que se trate, y cuya respuesta al medio informativo o periodista, es visto como un “atentado” en contra de la libertad de expresión cuando, a nombre de ésta, se cometen abusos a diario y lo observamos en las redes sociales.
Miles y miles de emisiones falsas se pasan todos los días denostando o insultando a quien sea, sin poder ser objeto –el ofendido o denostado- del derecho de réplica tal cual lo marca la ley, pues incluso el titular de la cuenta bloquea cualquier comentario que lo contradiga.
En ese tenor se la aplican al presidente de México, que señaló recién que los ataques en su contra, están financiados desde Estados Unidos, punto que se tiene que reclamar por la vía que proceda.
Pero en estos tiempos hasta eso también se tiene que evaluar aparte de ver qué calidad se cuestiona, pues en la misma versión o redacción va implícita la intención, sea sensacionalista, denostadora, falsa, aparte de que en México, lo que sea, lo que se diga en redes sociales no es censurable, pues ya lo han tratado de hacer no pocos legisladores con iniciativas que encontraron suficiente sustento.
Ni del propio presidente, y eso que es víctima frecuente en las redes sociales.
México paga aún -y por mucho tiempo más- las consecuencias de esas prácticas de censura en el pasado, en que se ocultó tanto de lo que es vigencia hoy, en aras de la reputación e imagen del presidente en turno y su gobierno.
Hoy no pocos medios y periodistas son algo así como uno más de los críos malignos de la otrora mafia del poder, el satanizado neoliberalismo, y definido como periodismo fifí, cuando la calidad y capacidad de un medio o comunicador lo define la opinión pública, no un funcionario o candidato determinado, pues cada quien se forja su fama e imagen.