Tubo de ensayo

23/abril/2024

René Delios

Aunque no se crea, hay los que se niegan a los cambios, por miedo a perderse, como creen que puede suceder en México en el caso que, Morera, vuelva a ganar la presidencia en 2024, y la nación siga “camino a una dictadura” cuando, al lado, tenemos a EU, por lo que ello no es posible.

 

El punto es que esos morenistas ganan, y así van de elección en elección desde 2018, pero aun con eso no hay una tranquilidad en los sectores, sobre todo en los económicos, delicados, nerviosos, al no ver una economía a modo y a una oposición sin lograr presencia de competencia.

 

Y es que en el escenario nacional, los medios afines a la oposición inflan las estadísticas, cuando en más de la mitad de los estados del país no tienen presencia. Y es que si ponemos de ejemplo a Chiapas, la oposición apenas existe.

 

Su presencia en las presidencias municipales y curules legislativas locales, apenas es visible. Solo el PRI cuenta con un diputado local.

 

Pero los vieran hablar en corto, para pactar en largo. Dentro de la oposición hay los que han sabido manejar ese caudal torcido y logran excelentes posiciones; supieron -y saben- explotar morbo, no la ignorancia, sino la ira de esa vox populi.

 

Lo que sorprende es que hasta los de al lado caen en ese juego, más vencidos por la constante de esas voces, que convencidos de la veracidad de sus versiones, pero todo “menos jalar con AMLO”.

 

A Peña Nieto le llovió como a AMLO; los hoy seguidores del tabasqueño –incluyendo los panistas y perredistas de entonces-, y demás partidos, le daban al priista con todo, y eso que pagaba una fortuna a las cadenas de medios masivos para “mantener” su imagen: de poco le valió, el descontento cundió y el hartazgo o efecto AMLO –lo que haya sido-, inició la caída del PRI en 2018.

 

A partir de esa fecha no levanta ese partido.

 

Ahora es al revés: reaccionarios, fuego amigo, intolerantes, corruptos, santiguados -decepcionados no, eso no van a jalar con los de antes, y se integrarán a la lista de abstencionistas-; insisto: todos contra el tabasqueño que, contrario a su antecesor, ya estaba acostumbrado al bombardeo mediático e infame desde antes, igual ahora con razón por su populismo, su rechazado autoritarismo a la crítica, y su megalomanía, pero el punto es que ni lo tambalean, y contrariamente confía en su gente: “el pueblo me cuida”, dice como si fuera un caudillo, en esa como corriente sociopolítica que al parecer no es privativa de México.

 

En México los índices de popularidad de AMLO no descienden, aun el ataque frontal y desinformativo que las estructuras del dinero le han aplicado al presidente desde antes de que fuera candidato.

 

Por eso el tabasqueño confía mucho en su popularidad, por eso no paga –eso dice- culto a la imagen, no gasta los once mil millones de pesos que su antecesor gastó solo en el último año de gobierno, y eso tiene muy enojados a los dueños no solo de los medios informativos de todos los calibres, sino también al viejo establishment, y más que en las entidades que gobierna su partido, le están copiando la forma, y eso desata una frecuencia de ataques de todo tipo, en contra de la mal llamada cuarta transformación, pues dicen sus adversarios que todo sigue igual o peor.

 

Pero aun con eso, la inquina no tambalea a AMLO, o a Morena, aún lo que digan esas encuestas ríspidas: en lo personal no confió en las encuestas de estos días; son publicitarias, manipuladas, parte de la guerra sucia y de su respuesta.

 

Confió más en la real, la presidencial de 2024, que comprende también elegir 128 senadores y 500 diputados federales, nueve gubernaturas, 30 congresos locales, mil 580 ayuntamientos, 16 alcaldías -del DF-, 24 Juntas municipales en Michoacán y miles de regidurías.

 

Esas son las cifras buenas, las contundentes.