Tubo de ensayo

22/abril/2024

 

René Delios

 

Casi nadie puede negar que esa estrategia de abrazos no balazos, ha sido una estrategia exitosa, aun se hayan reducido los homicidios dolosos en el país, pues tenemos zonas en dónde las familias viven bajo la zozobra de las balas, y entre operativos de corporaciones políticas y militares que no habían sido nunca necesarios, pues las divergencias o eran por motivos agrarios o políticos entre conocidos, y en los casos extremos, alguien moría por esas pasiones pero no por ser parte del crimen organizado, cuyas diferencias son de otra índole y motivos, pero que impacta en nuestras comunidades, generalmente en la pobreza.

 

Los números no mienten y es por eso que Chiapas no solo es reto para quien lo gobierne, sino para la federación misma, en una nación que debe ya encontrar un diseño práctico y efectivo, sin tanta demagogia, que camine seguro a la solución de sus demandas y problemas, pues una nación se supone sólida, rentable, confiable –incluyendo a su gente-, tiene cómo y con qué y con quiénes, y en ese objetivo se debe trabajar más allá de las siglas partidistas que a la fecha –tiene un siglo de eso-, ha generado solo divisionismo sino en el objetivo, si por las rutas o modelos de gobierno, ante la intolerancia popular o cupular a lo que hacen quienes gobiernan, otrora el PRIAN y hoy la 4T, en vez de analizar las posibilidades de iniciativas, proyectos, programas, perspectivas y prospectivas, y aportar un punto de vista frío y objetivo, sin inclinaciones reaccionarias o radicales.

 

Este fin de semana podríamos decir que la virtual presidenta de México visitó Chiapas –y me baso en números fríos, en las estadísticas serias-, entidad en dónde no existe la oposición que se volatizó de entre la simpatía popular por su corrupción política, y cuya militancia ya está hoy, en Morena, el PVEM o el PT, o en algunos de los partidos estatales que, huelga decirlo, tienen más presencia que los nacionales mismos.

 

En los mensajes de Claudia y Eduardo hay un asegurado triunfalismo pero igual un compromiso que, repito, se debe asumir y cumplir para un Chiapas que padeció por generaciones una ausencia institucional que no se explica más que con la palabra “corrupción”, pues es la fecha en que la presente administración de Rutilio Escandón moderniza clínicas o remoza escuelas en el olvido desde hace sexenios.

 

Sexenios en los que no había obra pública destacar como las realizadas en Tuxtla y Tapachula, y aún con eso ha merecido oposición de una parte del respetable que –vuelvo a señalar-, aun sea a beneficio se opone por ser obra del adversario político, en éste caso un gobierno morenista.

 

¿Seguirá pasando eso pese a que compartimos las mismas necesidades, entre ellas la de seguridad?

 

Y no me refiero a la social, sino a la pública, ya expuesta líneas arriba, y cuya estrategia gubernamental, insisto, no ha sido exitosa, pero tampoco acompañada por la oposición que contrariamente, ha hecho lo necesario para detener iniciativas so pretexto de que se trata de militarizar al país, y resulta que, el reclamo popular es contrario, y no ve mal que las instituciones armadas refuercen la seguridad, pues no es su instrucción velar por la seguridad pública, responsabilidad que recae por ley en ayuntamientos y gobiernos estatales.

 

Pero ante la dimensión de lo que se enfrenta, con su capacidad de respuesta puyes, superan con mucho a los municipios y sus corporaciones, las que, o se alinean o se alinean, como se ha detectado en no pocos municipios de México.

 

Eso ha ameritado todo tipo de ataques al presente régimen, y más ahora en tiempos proselitistas, pero aun la acción coordinada que se esperaba para que la oposición recuperara imagen, nada más no, por lo que han recurrido incluso a los insultos de que AMLO es mediocre, senil, megalómano, intolerante, dictador, en fin, adjetivos para describir y desacreditar al mandatario, e igual en vez de eso hicieran un estudio serio -igual y existe- del cómo está la prospectiva electoral para junio próximo, pues como que esos ataques no han sido del todo eficientes.

 

En tanto eso pasa, pasa el tiempo y se acercan las fechas. Las encuestadoras andan de bajo perfil y ya no hay lluvia de cifras como otrora -2018-, en que casi todas auguraron un descalabro para Morena y su entonces aspirante que, prácticamente los borro antes de las doce horas del día de la elección, y se las siguió aplicando en las elecciones siguientes en medio de un despliegue sin ética de desinformación e inquina, y de todos modos la sociedad vía voto, lo siguió apoyando y reconociendo a su 4T.

 

Ese antecedente me hace razonar en promedio que, Fuerza y Corazón por México, no va a ganar la presidencia, pero si es saludable que haya pluralidad, un congreso equilibrado, aun el riesgo ese de la intolerancia o rechazo de facto a lo que proponga el partido gobernante, en este caso Morena.

 

Lamentablemente tenemos la tremenda experiencia de setenta años de partido hegemónico, y para nada debe repetirse eso de congresos de mayoría calificada que apruebe sin razonar las iniciativas presidenciales, y ya será un éxito político de la ciudadanía que las votó, que las bancadas de oposición analicen en serio esas mociones en vez de bloquearlas como lo hacen hoy hasta en la suprema corte de justicia, con argumentos que más denotan rencor que praxis jurídica.