Tubo de ensayo

20/abril/2024

René Delios

Dice la máxima de la democracia que “en la pluralidad, la voz de los menos se escucha igual que la de los más” y creo que esa es la premisa que anima a que tanto en lo nacional como local, cada que se acercan elecciones en ambos ámbitos procesales, ahora sí será una elección democrática para “renovar la cultura política en México” y “salvarlo” ahora del Morena, en tanto la nueva sigla ven el poder, se significa así y en sí, el verdadero camino hacia el progreso y “el engrandecimiento de México”.

 

Pero ahora se empieza a mencionar que, igual la pluralidad se reduce para estas elecciones de 2024, y más que ya no se puede traficar con los votos como otrora en que, si al PT le faltaban para mantener el registro, el PRD hacía lo necesario para que esa ala de la izquierda putrefacta y al mejor postro, no perdiera el registro.

 

Otros no lo han logrado y tranquilamente han alcanzado registro y lo han perdido –todo a costa del erario en miles de millones de pesos-, once instituciones partidistas, cuyo paso efímero no le aportó nada a la democracia, y sí a la corrupción política pues, para conseguir las firmas que consigna la ley para poder iniciar el procedimiento de registro, se necesita cobertura en al menos 17 entidades de las 32 del país, y a la hora de la verdad no esos firmantes responden con su voto comprometido.

 

De dos mil a la fecha, año en que inició la transición en México, han perdido el registro Fuerza por México, Redes Sociales Progresistas, Partido Encuentro Solidario, Encuentro Social, Nueva Alianza, Partido Humanista, Partido Socialdemócrata, Fuerza Ciudadana, Partido Liberal Mexicano, México Posible y Partido Alianza Social.

 

Los que entienden de esos porcentajes no dejan de ver de reojo al PRD en el caso de Fuerza y Corazón por México, y al PT, en el caso de “Juntos seguiremos haciendo historia”, aparte de no pocos partidos estatales, que igual, son una carga para el erario en las entidades sin que en verdad, sean valiosos para la democracia pues como en el caso de Chiapas, orbitan en torno al mayoritario.

 

Así que ya ha habido varios que con ese criterio de pluralidad, han arribado a las bondades del presupuesto electoral, una vez cumplidos los requisitos para obtener su registro, y al rato lo pierden sin haber aportado nada a la democracia mexicana tan contaminada, y menos a la conciencia política del pueblo pues ni es tomado en cuenta por las elites y cúpulas partidistas, que dejaron tiempo ha de practicar la transparencia, y están agobiados de tráfico de influencias y corrupción política, lo que ha desgastado su credibilidad ante los ciudadanos.

 

Qué si no.

 

Ciertamente aún logren por un tiempo el registro, esos partidos no aportan más que vividores del presupuesto, con estructuras que sirven de agencia de colocaciones en diputaciones locales o federales y municipios, y más con esa modalidad de las coaliciones o frentes en dónde los acuerdos cupulares son lo más corrupto que se ve, a la hora de designar las plurinominales.

 

Ahí tienen la lindeza que hicieron los dirigentes nacionales del PRI, el PRD y el PAN: cada uno su plurinominal como senador.

 

En el caso de Chiapas ha habido varios partidos locales que en realidad no han aportado nada a la democracia y menos a la conciencia política.

 

De por sí que existe una clara miopía social como política en las dirigencias, abocados según esto a la actividad político partidista cuando, lo sociopolítico va implícito, incluyendo lo económico, o sea el todo de lo que vive la entidad –y ninguno dice nada de la violencia, por ejemplo-, y es la fecha que los partidos locales parecieran no observar o palpar el sentir popular en torno a la realidad del gobierno frente a las demandas sociales.

 

Ni una opinión al respecto, que no sean adulaciones y reconocimientos.

 

Sin hacer una retrospectiva generacional, y colocándonos en el nuevo milenio, ¿Tiene usted idea cuanto se ha gastado este país en partidos políticos efímeros tanto en lo federal como estatal, en lo que va del siglo?

 

Por citar cualquier fecha: para 2018, las presidenciales, el presupuesto del INE fue de 17 mil 426 millones pesos, esto es que en cuatro presidenciales que ha organizado, más las ocho federales intermedias, más el gasto anual promedio, encarece la elección, y resulta que el voto no solo es caro, sino que también es un negocio, lo que ha corrompido los procesos, aparte de la confabulación -negada, obviamente- de algunos consejeros del INE con corrientes ideológicas, obvio la postura “inclinada” de quien fuera consejero presidente, Lorenzo Córdoba quien recién fue orador en una concentración de la derecha.

 

Por eso Andrés Manuel, sin rubor alguno, sentencia que no cree en el INE.

 

Grave óptica, pues aún la postura interna que ahora defienden con todo al órgano electoral, está la realidad que la apreciación presidencial se conjuga con la opinión mundial de que, en México, la democracia está en duda.

 

Digo, porque aun AMLO haya ganado con tanta contundencia no garantiza la trasparencia del proceso 2024, y no creo que se hayan diluido las malas mañas de relleno de urnas, robo de éstas, manipulación electrónica de resultados, uso de dinero negro, y ya veremos que demás acumulados se denuncian -pues habrá cientos de observadores- que igual van a resultar en  cientos de impugnaciones.

 

Doble contra sencillo.