René Delios
En lo personal comparto el planteamiento que presentaron las compañeras en torno a derechos laborales y justicia social para periodistas, cuyos salarios son de miseria pese a que, ya los más son licenciados en ciencias y técnicas de la comunicación, y algunos tienen especialidades, sea prensa, radio, televisión, gráficas, publicidad, con maestrías e incluso doctorados, en fin.
Desde lego que eso no es exclusivo de Chiapas, entidad que tampoco se ha salvado de atentados a comunicadores que se tienen que aclarar, muy aparte del canibalismo que abunda entre el gremio como sello conocido entre los tunde máquinas o teclados, por todo el país.
Tenemos claro que en el discurso se oye muy bien cuando las autoridades dicen que en México hay libertad de expresión; igual cuando condenan enérgicamente el homicidio de periodistas: se toman la foto y salen en los periódicos.
Pero en los hechos los periodistas no tienen seguridad social, garantías laborales, y los siguen matando y a la vez, esos crímenes quedan impunes, y no es secreto: México es un país altamente peligroso para ejercer el oficio.
En tanto, en las redes sociales, los escribanos de los políticos, atacan a los “chayoteros” que los critican, más con insultos que con un buen análisis de los contenidos.
Tenemos entonces que hay usuarios de las redes -como sicarios-, que atacan al periodista porque cuestiona a su candidato con hechos, veracidad, contenidos, y aun pese a las garantías supuestas, no se puede publicar lo que sea en dónde sea, pues no es lo mismo ser empleado a dueño de medios, y son los propietarios los que instruyen los criterios.
Por eso decir que en México hay libertad de expresión, es relativo.
Para empezar como muchas otras cosas de derechos humanos, sociales, cívicos, la libertad de expresión está consagrada en la Constitución, igual el salario digno y la democracia.
No hay satisfactoriamente ninguna de las tres cosas.
¿O alguien mete las manos?
Es complicado para muchos políticos entender que la libertad de expresión y el derecho a manifestarse es la mejor vía anti corrupción: se llama denuncia pública. Ha sido la vía directa por la que los gobernantes se enteran de lo que ellos y sus subalternos hacen mal, pero la mayoría lo censura.
Durante sexenios en México se impidió la libertad de expresión, esto por parte del gobierno y ahora, por parte del crimen organizado.
Esto es que, si un periodista o denunciante es acribillado con saña, fueron sicarios: a éstos se culpa ¿Pero si viene desde el gobierno?
O sea que estamos a dos fuegos.
Ciertamente el prestigio periodístico en México cayó mucho: las televisoras, las cadenas radiofónicas, los impresos, se concatenaron por sexenios al poder, y ahora tienen una competencia muy seria en las redes sociales.
Redes sociales con frases telegrafiadas casi todas irrelevantes dentro del promedio: son textos vacuos que perviven si acaso horas y se diluyen en el universo de envíos. La investigación periodística no; esa penetra en las estructuras del poder, del crimen, y les duele, porque descubre y entera -no chismea- a la opinión pública.
Por eso una de las vías indispensables para combatir la corrupción sino es que la primera, es la libertad de expresión, y desde luego, la cultura de la denuncia; ambas cosas deben ser garantizadas realmente.
Lo demás, como eso de estar combatiendo la corrupción, sin que se asegure la libre expresión y la denuncia ciudadana, es demagogia.