René Delios
Muy aparte de los triunfalismos, es estadísticamente claro que ninguno de los que están, ni de los que la buscan para el 2024, tiene con qué sacar a México -menos a Chiapas- de sus rezagos sociales, erradicar la corrupción, o terminar con el crimen organizado.
La oferta electoral ha sido pobre –incluso continental- y no dicho por éste escribidor de bodrios: el surgimiento del “socialismo” en América Latina se debe a eso, según los analistas del fenómeno; en el caso mexicano es consecuencia de la mala calidad de la política practicada en éste país por sexenios, a través de un siglo de manipulación administrativa -y hasta histórica-, y ahí esta la consecuencia social en una nación absurdamente pobre con tan innumerables riquezas.
Leo y veo a un buen de desmemoriados que ven en los que estaban, la opción para quitar a los que están, cuando son la misma consecuencia, aunque se ven como enemigos casi personales, no como adversarios políticos; en ese inter confrontan a México: unos ven -dicen- por los pobres, otros por el establishment, y hablan como si hubiera dos México, por lo que hay quienes opinan que el llamado “cambio” se dará si acaso, cuando toda esas generaciones de políticos populacheros del siglo XX -sean de Morena o del FAM incluyendo al MC-, desaparezca, y lleguen políticos cuya visión sea integral e integrante, y aun las diferencias de método, tengan claro el mismo objetivo: México y los mexicanos.
México ante la cuestión energética, las características generales de ese tema, así como las limitadas capacidades reales y potenciales de producción de energía a partir de fuentes renovables.
Son dos cosas, pero se debe partir de lo que hay, mostrar las disyuntivas, sí, pero no generar tensiones que impidan avanzar como lo hace la oposición a riesgo de afectar los planes de gobierno a mala fe.
Obvio es que se debe avanzar hacia un mayor uso de fuentes renovables de energía en el país, pero sin ignorar que hay doble lenguaje, propiamente en ese Pacto de París, que voltea hacia los países pobres que desforestan, contaminan y demás cuando, es lo trasnacional lo que depreda en el mundo.
En materia social el reto de México es enorme: 46.8 millones de personas: de 2020 a la fecha los programas de gobierno redujeron –de acuerdo al Coneval- en 8.9 millones; además, 1.7 millones de personas salieron de la pobreza extrema, de un total de 9.1 millones.
La pobreza en México se relaciona con la nutrición, agua potable, vivienda, educación, atención de la salud, seguridad social y mental, calidad y servicios básicos en la vivienda, ingresos, empleos y cohesión social. Se divide en dos categorías: pobreza moderada y extrema; todo eso deriva de la ausencia institucional, esto es, justicia.
Sobre eso ya se ha escrito bastante: ha habido foros, encuentros internacionales, discusiones en la ONU, desde hace décadas, y en nuestro país ni se diga, cada tres o seis años, en que los candidatos traen la solución en las manos, y no es cierto: eso es demagogia.
A la banda ya no se le debe mentir, no se puede: todo esta ahí reseñado, en las estadísticas que indican que somos un país pobre con ricos energéticos, buena tierra, bastante agua, buenos brazos para el trabajo, y los mejores los “exportamos”, porque acá abunda el desempleo, falta de oportunidades, y en nuestro estado ni se diga.
Estamos por debajo de la media nacional en muchos aspectos, pero bastante abajo, y eso no es para triunfalismos sino para retos, compromisos, acuerdos, unidad para progresar, y no como un refrán electorero, sino como un proyecto de gobierno, firme, establecido, con metas, ahora que parece posible la continuidad, no solo en las siglas partidistas, sino la aplicación para con el objetivo nacional: los pobres.