René Delios
Esperemos que no se coloque la entidad dentro de los altos índices de violencia del país, muy aparte de que no han sido los poblados de Chiapas municipios violentos –más allá de conflictos agrarios-, aunque sí asolados según esto, por grupos armados y criminales, que escenifican enfrentamientos por distintas causas y que hay veces motiva la reacción de pobladores cansados de tanta prepotencia e impunidad, y eso que la mejor arma de esas asociaciones delictuosas es el miedo.
La gente reacciona.
Desde luego que ahora en un país anegado de información sobre inseguridad, este tipo de datos es consumible para los medios que, “inflaman” los contenidos y dan la idea de que la cosa en Chiapas es un caos, como se ha tratado de hacer ver con la presencia de los carteles que, se dice, se disputan “la plaza” a sangre y fuego.
Pero eso es distinto a que el pueblo sea violento y se conforme una cultura del crimen, como se dice en algunas naciones centroamericanas, como Ecuador, en dónde la población pide un Bukele salvadoreño ante la “mexicanización” que vive su nación, es una referencia peyorativa como antes se decía que México se estaba “colombianizando”.
El problema es que sobre ese tema se aprovecha la coyuntura para transferirlo a la cuestión política en este momento electoral, tratando de desprestigiar a los gobiernos morenistas sin importar que de paso, al magnificar los hechos, se afecte la imagen de una entidad y con ello se reduzca el número de los visitantes o inversionistas.
Desde luego que no es Chiapas una entidad de alta incidencia, es Colima, cuya capital es considerada la más violenta del mundo.
El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, ubica 16 de las 50 ciudades más violentas del mundo en México, destacando Colima, Obregón, Zamora, Manzanillo, Tijuana, Zacatecas y Juárez, que encabezan la lista; de las 16 no hay ninguna ciudad chiapaneca que se ubique –ya no solo en las 50, sino en las 100-, en esas listas.
Colima se coloca por segundo año consecutivo como la ciudad mexicana más violenta del mundo, con una tasa de 140.32 homicidios por cada 100,000 habitantes, durante 2023, y le sigue Obregón, Sonora, y es ahí en dónde ya se sale la tasa del país, pues la tercera es Puerto Príncipe, Haití con 117.24, y ahí sí, le siguen Zamora, Michoacán; Manzanillo, Colima; Tijuana, Baja California, Zacatecas, Zacatecas y Juárez, Chihuahua.
Esperemos que ese caos que dicen los opositores que es Chiapas, se quede ahí, y no ingrese a esos listados de muerte.
Desde luego que esa información exacerbada no se genera solo en Chiapas sino también en cada una de las entidades que renovaran gobierno, y que son Veracruz, Tabasco, Chiapas, Ciudad de México, Morelos y Puebla, todas morenistas, aparte de Guanajuato y Yucatán, ambas panistas, y Jalisco, gobernada por Movimiento Ciudadano, en las que lo que suceda, va a ser usado en contra de la administración de que se trate.
Incluso hay entre estas entidades con problemas de inseguridad muy severos que no necesariamente genera muertos, como Yucatán, que da una falsa idea de entidad tranquila, cuando es asolada por bandas y pandilleros que deberían ser controlados desde ahora antes de que empiecen las diferencias territoriales.
Pero como eso no vende para los medios masivos o para los que requieren “like”, pues no publican -y menos en primera plana, por ejemplo- datos de esas entidades con bajos índices de violencia, menos de su trabajo diario por la seguridad y de sus estrategias de cobertura institucional.
Deja más la explotación del morbo.
O en su caso culpar de ineficiencias a las fiscalías, sea la de Guanajuato (PAN) o Nuevo León (MC) e incluso la de Morelos (PES), cuyos titulares han sido acusados reiteradas veces de estar involucrados con el crimen organizado, lo que ha permitido que se eleven los índices de inseguridad en esas entidades al norte y centro del país.