En medio de la confrontación, la polémica, la crítica certera, también la infame -vulgar, baja calidad, desinformadora, tan mala como lo que cuestiona-, hay realidades que no deben soslayar los que apoyan a Andrés Manuel López Obrador, como es impulsar su política social, en un año electoral, el año de la sucesión.
Ya hay de todo, y “reviven” todas las polémicas posibles, incluyendo –a riesgo- temas como ese famoso juicio a expresidentes, la revocación de mandato: ambas innecesaria; pero se hicieron, y de eso ya no hay una sola mención aunque sí surtió su efecto pues, los ex presidentes, fueron ampliamente cuestionados y los más están callados, aun les retiraran la pensión de 120 mil pesos mensuales.
Y es que para nuestra gente no hay ex mandatario, desde presidentes municipales hasta el presidente de la República, que no hayan sido señalados como corruptos, o que haya abusado del cargo y desviado recursos.
Con todo y eso en este país se han disculpado Fobaproas, Multipedias, Oceoanografías, Casas Blancas, y ¿Lo mismo va a pasar con la Estafa Maestra y Odebrecht, que son las culpas descubiertas en el sexenio.
Seguramente.
Se creía al inicio del sexenio que se investigaría a Enrique Peña Nieto y nada.
¿Qué cuentas entregó el ex presidente?
Ese sexenio fue como una larga pesadilla llena de corrupción, improvisación e ineficacia.
Tenemos esas reformas que no lograron traer un beneficio a los bolsillos de los mexicanos, pero si entregaron sin rubor la explotación de energía eléctrica al extranjero, y que no generó estabilidad esperada pues Peña devaluó el peso mexicano casi un 40% durante su administración, y aun hay los que afirman que, “estábamos mejor cuando estábamos peor” que ahora.
¿Estábamos?
¿Y los 17 millones de pobres que le heredaron a AMLO?
Esos no los contabilizan, no cuentan, salvo cuando vota, y son esos los que van a sepultar a uno de los partidos otrora mayoritarios, antes de que acabe la década.