El punto no es reconocer, sino que para eso se hacen estudios preliminares, que determinan los riesgos ambientales en zonas protegidas o vulnerables al paso humano, como lo es el tren Maya que, de acuerdo a lo expresado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, si afectó un cenote, lo cual tuvo que ver con un accidente.
Se trata de un solo caso que va a ser subsanado, incluyendo descalificar con pruebas las versiones de las redes de que la vibración que provoca el tren a su paso, con el tiempo podrían deteriorar la estructura natural de cavernas subterráneas.
Y mientras los dichos motivaron que ambientalistas protestarán por el impacto ecológico del proyecto ferroviario, el mandatario les reclamó que justificaron en su momento proyectos de la empresa Vulcan, con extracción de materiales y destrucción de miles de hectáreas en Quintana Roo.
López Obrador escuchó una pregunta sobre la insuficiente protección al medio ambiente en el Tren Maya. El mandatario redujo el impacto a un solo cenote; detalló que se desprendió concreto y ahora hay trabajos de limpieza del sitio, pero esos ecologistas magnificaron el evento como un daño irreversible cuando no es así, y ya los especialistas buscan remediar la situación y procurar que eso no vuelva a pasar.
No es la primera ni será la última contra el Tren Maya, que aún enfrenta dos demandas por daño ambiental, que buscan la suspensión definitiva de la obra prácticamente concluida, en una animadversión de los opositores no a la obra, sino a la 4T en general que, desde la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, luego la refinería de Dos Bocas y el Transístmico, hasta el propio Tren Maya han buscado entorpecer las obras emblemáticas del sexenio.