Con sus diferencias hoy, las referencias de ayer eran iguales cuando Peña decía que lo bueno no se cuenta, pero cuenta mucho, con relación al cómo minimizaban sus logros de gobierno desde las redes sociales, y lamentablemente para él, su administración ha sido de lo más cuestionada, y tenemos ejemplos bastos como Odebrecht.
Esos equívocos, imprecisiones, falta de cumplimiento con los mexicanos su sucesor se encarga de referirlos, pero no puede enjuiciarlos, pues tanto liberaron a Rosario Robles, como le bajan intensidad a los cargos de Emilio Lozoya, pero así es la justicia en este país, siendo la última la liberación de ochos personas que supuestamente estaban implicadas en el caso de los 43 normalistas desaparecidos, y que ha sido tema explorado sistemáticamente por los asesores de los deudores.
Así ¡Pues cómo!
Hasta dónde se aprecia -como ha pasado antes- no son pocas las voces que hablan mal de las políticas del presidente, pero no ven con alerta lo que pasa en el poder judicial, en la administración de la justicia, en la postura de ser contra al poder ejecutivo desde el judicial mismo, corrupto, desleal a su deber.
Eso molesta.
Aun con todas esas malas noticias, hay otras menos amargas, pues si bien México es también una nación anegada de violencia, inseguridad, carestía de la vida, desempleo –aun los triunfalismos en el tema-, ausencia institucional y por ende desplazamiento social, no solo en zonas marginadas, sino también urbanas, en lo económico vamos bastante bien.
Eso permitirá atender realmente los rezagos.
Hoy es más alta la incidencia de capitales de inversión extranjera, sube el precio del petróleo, regresa el turismo internacional, se incrementaron las remesas desde EU, se concluyen las obras sexenales a tiempo.
Pero de todos modos, minimizan todo eso desde la oposición, en aras de mantener un criterio de confrontación, en vez que de propuesta, que de hecho, no han presentado ni una.