Desde que se dieron las luchas obreras en México, y se redujo a ocho horas laborales en vez de doce, se aseguraron derechos a los trabajadores a través del sindicalismo, el que para no variar fue absorbido por el sistema bajo el manto tremendo y traidor de la CTM, fuimos forjados a la idea clientelar de trabajar treinta años y jubilarse, y vivir una vejez segura, todo esto derivado de ideas sindicalistas que se prostituyeron y aliaron las más de las veces los patrones en este país, pese a que a inicios del siglo XX, se dieron sendas protestas obreras de Río Blanco, en Veracruz y las mineras de Cananea, en Sonora.
De todos modos, el sindicalismo terminó servil al patrón o al gobierno, según fuera el caso.
Ahora cae en los intereses políticos, e igual hasta electoreros con eso de reducir las horas laborales a 40, en vez de 48, y la moción se refiere al sector privado, porque en el público tiene años en que se aplica la también llamada “semana inglesa”, que es en sí trabajar solo de lunes a viernes, y solo 8 horas, que es la otra pendiente en el sector privado que hace trabajar a sus empleados, un mínimo de diez horas promedio, abusando bajo el esquema que da empleo, y el que no quiera pues ante la falta de garantías en ese tipo de trabajos, es despedido sin amparo alguno.
En temas como ese no se meten de lleno los legisladores, ligados de alguna forma a ese tipo de intereses cupulares, y eso que la iniciativa ya está desde el año pasado en el legislativo federal, completamente “congelado”, y en el que están atrapados y sin derechos laborales millones de empleados de confianza, trabajadoras domésticas, empleados de mostrador.
Pues todo parece indicar que esa jornada de 40 horas no va a pasar la aprobación del congreso federal, bastante más atento a la evolución del proceso electoral.
Igual para la próxima legislatura, en septiembre del presente.