Tubo de ensayo

27/marzo/2024

 

René Delios

Tiene su ventaja moderar con los chavos menores de tres décadas -como mi hija e hijo-, pues se entera uno conceptos no usados entre “adultos”, como eso de “hung up”.

 

Eso sí me brincó.

 

“Hung up” quiere decir “colgado”, y refiere a aquellos usuarios de las redes que siguen a los más célebres y destacados –influencer, políticos, intelectuales, científicos, académicos, en fin el ramo de que le interese- para opinar en sus cuentas y así darse a notar -otros les dicen “caza notas”-, pero no debaten: ahí dejan su opinión, al tenor -off course-, del titular de la cuenta. Luego me explicaron eso de los “tiktoquer”, la fiebre que es esa tendencia en el mundo -de la que tenía alguna idea-, que hasta deja varo -siete euros diarios por cada millón de seguidores, por video subido-, y me quedé pendejo -sí, pendejo- cuando me señalaron que hay personas como la bailarina y modelo estadounidense, Charli D’Amelio, con más de 120 millones de seguidores, por lo que la dama ya es también una garantía para la difusión de cualquier producto que mencione, embolsándose 120 euros por video.

 

¿Y si sube diez diarios se embolsa un buen dinero?

 

No sé si sea cierto, pero parece de cuento.

 

Pero aparte de los tiktoquer están los instagrameros, twiteros, youtubers, obvio las fans page y only fans, y a quien tiene presencia en todas esas redes sociales sus seguidores les llaman influencers.

 

En el caso del rancho mexicano, actualmente existen 59.2 millones de internautas, de ellos el 85 por ciento -según un estudio de la revista Forbes- usa redes sociales, y desde luego el Facebook es la más popular, con 49 millones de usuarios.

 

Cabe hacer la precisión: hay temas que requieren diseño, circunstancia, hasta ambientación para que se vean naturales en el influencers, es decir, una producción; en el caso de la política y sus personajes -que como nunca buscan esta vía virtual y viral como medio de difusión-, es difícil precisar sí los influencers tienen peso político en el criterio de la gente.

 

La idea de la difusión o promoción de la imagen es que la gente conozca propuestas, acciones, para que se apoye en sus determinaciones, en este caso electorales, que es el tema que pesa ya con todo, y que como observamos –sea la ingeniera Xóchitl o la doctora Claudia-, ya en todos esos “ambientes” virtuales aparecen las candidatas.

 

Para otros bastante desactualizados, los políticos deben aportar y demostrar lo propio, pues para ellos la publicidad no asegura votos, pero ahí está el caso de Nuevo León, cuyo gobernador fue apoyado relevantemente en redes sociales, en especial a través de su esposa, influencer en las redes virtuales.

 

Hoy cualquier político tiene cuenta en redes sociales.

 

Expone su circunstancia y ya queda en la opinión pública si lo acepta; se hace en tiempo real, con somero señalamiento; se hace en tiempo diferido, que permite mayor contenido para el consultor, pero por lo más, lamentablemente las redes sociales se usan para el desmadre, la inquina, la denostación, poco para la instrucción en todos sus géneros, que no son pocos, como las artes, las ciencias, las tecnologías, las culturas.

 

Aunque usted no lo crea, dentro de todo lo que ve, y dependiendo de sus amistades y el entorno de éstas y sus allegados -de ahí que le digan red de redes-, la política no es el mayor interés de los usuarios, y menos los jóvenes.

 

Las cuentas son aleatorias y aparecerá mucho de lo relacionado con tu oficio, profesión. Si eres académico, lo más que aparecerá el Tik-Tok versará sobre ese tema, porque así perfilaste tus cuentas, en la que no aparecerá casi nada de mecánica industrial, por ejemplo.

 

De esta manera, entre los que están inmersos en la política, pues en sus cuentas, portales, muro, aparece en su mayoría situaciones, opiniones, condiciones entorno a ésta, y da la idea de que, “en todo mundo” ve lo mismo no es así.

 

La política apenas merece la atención de un 8 por ciento en México, nación -decíamos- con poco más de 56 millones de internautas -de acuerdo a Forbes, conste-, que es cosa muy distinta a poseer un teléfono celular.

 

En mi caso -por ejemplo- a diario hay notas y noticias, hechos políticos, violencia, información general, poca cultura -para no variar-, y quien “entra” a esta cuenta observa enseguida que hay preponderantemente temas políticos, pero si recurre a la de un pariente que sea comerciante, los temas serán otros.

 

Y desde luego que para la gente sus temas son otros, no la política, que es lo de menos -aunque crean esos políticos que son el foco de atención-, y los políticos verdaderamente inteligentes tienen perfectamente claro que aún las críticas por esta vía, las referencias no son del conocimiento de “toda la gente”.

 

Baste decir que Chiapas -también para no variar-, es la entidad con el más bajo índice de domicilios “conectados” y con menor cobertura de Internet por población, lo que reduce aún más que la red de redes sea vía de análisis o debate o critica masiva en la entidad.

 

Eso sin soslayar que, nuestra gente, no le un texto más allá de quince líneas.