Editorial

25/marzo/2024

La libre manifestación de las ideas, como la inclinación al culto de que se trate, son derechos de los seres humanos que tienen que ver con los sentimientos y las emociones, desde luego razonadas y aceptadas a voluntad, que deben no solo respetarse, sino protegerse.

 

Por esos derechos -que incluye los ideológicos- ha sido mucha la gente que ha dado la vida por todo el mundo, y lamentablemente sigue sucediendo la censura, la persecución, la intolerancia.

 

Ya se ha hablado mucho de la intolerancia en nuestro Chiapas, amparada según esto en el libre albedrío y la libertad de expresión, y hasta en los usos y costumbres que, bajo el argumento que sea, no pueden estar por sobre la ley, y total que esa intolerancia se observa ya en las redes sociales en las que, en estos tiempos proselitistas, los participantes se dan con todo, entre sí, sin medir las consecuencias, en lo que es aun –se supone-, nuestra democracia insipiente, pues no hace mucho la entidad dejó de ser mono partidista, y cuando llegó la alternancia, una falsa figura política caminó por 18 años en que la clase política solo se fue acomodando a las siglas de dominio, el PRD primero, el PVEM después, y ahora Morena.

 

El punto es que ha sido sistemático el fuego amigo en Morena -la oposición apenas tiene presencia-, lo que desde luego genera tanto resentimientos como traiciones, incluyendo los eventos para complicar un escenario, pues nadie acepta que, o perdió una encuesta o una consulta, pues seguimos desconfiando de los procesos internos en los partidos, e incluso los constitucionales.

 

El problema de no respetar la voluntad popular es que esta se inconforma, protesta y cambia al régimen, o lo contrario: ese régimen puede caer en la intolerancia, y así reaccionar contra la base social.

 

Pero no en México: si sus niveles superiores desoyen las constantes quejas que suben a las redes, finalmente van a caer, y eso sucedió en Chiapas, tanto con el PRD y el PVEM, que no pudieron consolidar sus proyectos.

 

Porque eso se necesita, proyectos de continuidad, porque los rezagos como los males de Chiapas son los mismos que se arrastran desde el siglo pasado, y eso ya no puede ser posible.