Una cosa es sentirse idóneo y otra serlo.
Lamentablemente eso no lo determina el voto, que por lo general se inclina por lo popular, no por lo más capaz, sean para selección interna en gremios o partidos, o elecciones constitucionales para cargos públicos o de representación.
Pero pasa lo mismo: no siempre gana la mejor opción, de ahí que se diga que la democracia, es el proceso de elección menos malo.
Como hoy en el caso de Morena, puede que no guste en algunos distritos y municipios el resultado, pero la mayoría eligió y se tiene que respetar ese resultado.
El problema también radica en el cómo se lleven a cabo esos procesos internos, y en qué porcentaje se den y sustenten las impugnaciones, que es ya mucho decir, y a la vez mucho que cuestionar, pues se supone que deben apegarse a los elementos reguladores de la consulta, que en éste caso reclama exceso de gastos, adelantamiento de campañas, que tendrá que sancionarse en su caso.
Porque fue visible en algunos puntos del estado y de otras entidades del país, el despliegue de culto a la imagen de los aspirantes, que evitan hablar del tema, como sucede con los índices de abstencionismo, que debería preocupar a los partidos que son, en esencia, los que deben convencer a la ciudadanía con sus plataformas y propuestas.
En algunas naciones buscan “arreglar” eso, con una doble vuelta electoral, que no se practica en México.
Hoy conocemos a las y a el candidato a presidente de México, así como a los que postulan a senadores y diputados federales los partidos políticos, y se conocen ya los nombres a presidentes municipales en 30 entidades que renuevan ayuntamientos.
Faltan los diputados locales, que ya son de mero trámite, degradados a servidumbre.