Editorial

16/marzo/2024

 

La clase política mexicana es la misma indistinta siglas, y aunque su objetivo debería ser el mismo, es decir México, la verdad es que han forjado cofradías, cotos de poder, tribus, corrientes o como se quieran llamar, que se fueron excluyendo de sus bases y el trabajo político con estas, que es desde las que se supone, socialmente se deben de nutrir los partidos, y contrariamente, atrajeron élite de otros sectores –incluyendo el empresarial y criminal- proyectándolos a posiciones de representación popular, que otrora eran para gente con carisma político llamados líderes naturales del pueblo.

 

Ya no pasa: la tecnocracia mexicana impera, por eso se esperaba que, las consultas de Morena le regresen el criterio a la base militante, y no a los padrinos existentes en las cúpulas políticas.

 

Los partidos se distanciaron de las bases sociales, incluso desplazaron a sus propios cuadros políticos en aras de alianzas y coaliciones -lo vimos cómo quedaron fuera los perredistas en la elección interna del frente Amplio por México-, lo que provocó obvias fracturas dentro del perredismo, que no acepta que su corrupción política generó la perdida de presencia, lo popular y que ahora los especialistas llaman “ingeniería electoral”, de lo que tanto consultas como encuestas forman parte, lo cual no es imprecisa, pero en México, para no variar, es manipulada y a un candidato le inventan e inflan como si ya tuviera el triunfo en la mano, tal y como lo hacen ahora con Xóchitl Gálvez.

 

Si, esas cosas de las coberturas, las estadísticas, las consultas, las encuestas y demás diseño propagandístico que no expone quien es el o la candidata, sino que lo vende como idóneo, que en los hechos y de hacerse con buena metodología, da buenos resultados, pero hasta eso se contaminó en este país tremendo, en dónde el tráfico de influencias se volvió el modus operandi para imponer candidatos y gente sin oficio político e ignaros de los asuntos de sus propios pueblos.

 

O sea que en las encuestas se corre el mismo riesgo: se elige al o la más popular, a riesgo de que no sea lo mejor para el puesto.