Editorial

14/noviembre/2023

Los liderazgos prolongados en sindicatos u organizaciones generan corrupción y a la vez, son difíciles de erradicar, y en México lo hemos vivido con líderes como Víctor Flores Morales -de bajo perfil-, dirigente ferrocarrilero desde 1995 -y que entregó vía incondicional en 2022-, por lo que se dice lleva 29 años al frente de ese sindicato, y pasaría a ser junto con Carlos Romero Deschamps -quien fue dirigente por 26 años en el sindicato de Pemex, o Víctor Fuentes del Villar, del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, quien acumula 17 años en el cargo-, de los que más han permanecido anquilosados en sus gremios respectivos, y vemos con sorpresa que –reiterando aquello de que en política no hay muertos-, Elba Esther Gordillo quiere regresar con sus fueros al SNTE, una vez que fue exonerada de toda culpa poco antes de que AMLO tomara posesión.

 

El punto es que el tema de los trenes vuelve a tomar auge pues, habrá que hacerse dos cosas antes de arrancar ese mega proyecto de reiniciar el traslado de personas por tren, pues hay que hablar de seguridad en los tramos, ante la ola de asaltos de que son objeto los de carga.

 

La pronta inauguración de las vías férreas del Istmo y la Península, da presencia a ese sindicato que puede ser llamado a transparentar sus procedimientos, como pasó con el de Pemex, y desde luego bueno fuera que se sanearan todos los sindicatos del país, y se libraran de las camarillas que lo drenan por todos lados en el país, y de distinta factura y volumen, son corrutos, y ya ni decir en los ayuntamientos: ahí no existe descaradamente la democracia sindical, y hay las veces –como en el caso del ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez que tiene cinco- en que hay varios sindicatos para una sola empresa o filial de gobierno.

 

Pero aparte de eso está la suculenta torta de las cuotas sindicales de la que nunca rinden cuentas y los gremios no se pueden auditar pues su autonomía es inviolable.

 

Así, desde la famosa master que es la central obrera CTM y sus sindicatos de obreros y trabajadores adherentes, los dirigentes como tentáculos succionan cuotas a sus agremiados que sumadas representan miles de millones de pesos anuales que, desde luego, no son auditados.

 

De esta manera miles de organismos sindicales en el país cuentan con recursos propios que verdaderamente ni los trabajadores mismos conocen, y ni qué se hace con ellos, pero que obligadamente corresponden “con su cuerno” al corporativismo, pues es la única vía por la cual ejercen por un lado el influyentismo o compran impunidad, para mantenerse en la misma posición de dirigentes, elección tras elección.

 

¿Será que van a cambiar eso?

 

Igual y no, pues en todo este tiempo polémico en que se le ha dado con todo al Tren Maya –por ejemplo-, el sindicato ferrocarrilero o sus líderes, no han aparecido para nada.