René Delios
O sea que, no es privativo de Tuxtla eso de protestar por el corte de árboles, que bien pueden sustituirse o reubicarse, pero así es esto de los oportunismos, los lucimientos, las inquinas.
Y es que en un texto publicado en un diario nacional, llamó mi atención la referencia a los avances que lleva la reconstrucción de Notre Dame, y de la polémica que generó entre ambientalistas franceses, que se cortaran 2 mil árboles del bosque de Bercé, a unos 200 kilómetros al suroeste de París, para el proceso de reconstrucción.
El punto es que Notre Dame recibió dinero de más, de todo tipo de organizaciones y fundaciones del mundo, y sí acaso el gobierno Francés apenas gasta en el papeleo.
Pero leo que los ambientalistas europeos -con abiertos intereses de imagen, posiciones políticas, donaciones económicas-, exigieron primero la siembra de los árboles y usarlos cuando crezcan, pues el bosque es área protegida, y pues esos árboles de roble para crecer se demoran entre diez y quince años, depende de la zona, aunque para alcanzar su desarrollo total, mínimo cuarenta años.
Pero se enteraron del varo que llegó de todo el mundo para restaurar la reliquia, y pues los ecologistas aplicaron la clásica: el que no llora no mama, para que las donaciones, también les llegaran, y de eso hablan abiertamente, en especial desde los partidos verdes, por lo general de tendencia social demócratas en las europas.
Pasa que al unísono de la económica, la globalización cultural se expandió: una elite tiene claro el valor de Notre Dame, y no dudo en financiar su restauración, y desde luego existiendo materia prima, pues a aprovecharla para tal fin: hay madera madura en Bercé.
Pues aun la reliquia de marras, hubo oposición en su momento.
¿Qué hicieron que la reconstrucción sigue?
Ya no se supo, como no se va a saber si en el caso tuxtleco -pues va a suceder, desde luego- las partes negocian más arriba que todo el acarreo de gente en las marchas para evitar la construcción de los distribuidores viales -que tendrán que hacerse alguna vez-; esas negociaciones conocidas como concertasesión, son comunes en este tipo de inconformidades, que parecen una respuesta social, tan difícil que se registre de manera contundente, y lo vemos en que, los inconformes con esas vialidades son los menos.
Los ecologistas de México -por ejemplo- no protestaron porque tiraron dos mil robles maduros en Bercé, y ni les importó, como a esos franceses no les interesa que se acabe la Lacandona; los tuxtlecos iracundos ni protestaron por la acción de la munícipe tapachulteca, en tirar los árboles del parque central de La perla del Soconusco, por remodelación, y así, por citar que la cuestión ambiental no es tan contundente como sería la social, la que sí les preocupa a los dominios del mundo.
Hablo de la globalización social, la que genera conciencia -va al unísono de la información-, por lo que las oligarquías mundiales manipulan los medios, sus contenidos; una concientización mundial desecharía el Pacto de Paris, la agenda 2030 para el desarrollo sostenible, el G20 para el desarrollo económico geopolítico, por demagogas.
Esa concientización global pasaría por sobre gobiernos y redefiniría idearios, pues aparecerían cosas comunes entre diversos pueblos: generaría una compenetración de sentidos, apoyos cruzados entre los pueblos, manteniendo la identidad regional, pues esta visto que es muy difícil de abatir, aun el neoliberalismo desvinculador insista -desde hace medio siglo- en manipular la globalización cultural vía medios.
Y aprovechan sucesos como el de Notre Dame, que es de esos temas que se vuelven de interés público a escala mundial -como sería el caso de un daño a una pirámide Maya-, y aunque hay otros como la hambruna en Haití, o la migración centroamericana, -que reclaman apoyo humanitario-, lo cierto es que para los medios masivos, aparte de explotar el morbo bajo el esquema de noticia, no realizan campañas de concientización teniendo la cobertura y la audiencia para hacerlo.
Hay naciones con hambruna, enfrentadas o explotadas por otras, pero eso no se difunde como fue el caso global de Notre Dame, cuando la desnutrición haitiana debería ocupar también los titulares
No pasa.
Pasa lo de los muertos en Ucrania por los abusos de Rusia, pero nada del conflicto en Yemen, por ejemplo, que lleva activo al menos 11 años. Las cifras son impactantes: más de 233 mil muertos y 2,3 millones de niños con desnutrición aguda. Falta agua potable y atención médica para la población.
Nada, ni se menciona.
La globalización social será un proceso lento, y está más que lejano que el concepto de humanidad se imponga al capitalismo depredador de ahora, pues me queda claro que restaurado Notre Dame -que data de 1163-, será más rentable turísticamente para Paris, que el viejo bosque de Bercé.