Tubo de ensayo

12/agosto/2022

 

René Delios

 

El llamado Facebook me presentó una columna publicada hace diez años, previo a las elecciones de 2012, que fue la fecha en que el PRI, ante la sorpresa de todos, regresó al poder con Enrique Peña Nieto; en esa entrega preguntaba el por qué no había continuidad con los buenos programas del gobierno anterior, pues finalmente representaron una inversión del gobierno -más allá de la siglas gobernantes- que ha sido positiva y benéfica para el país.

 

Pero, aun con eso son cancelados, y que cada sexenio se sacrificaban buenos programas por imponer proyectos nuevos, y no dejan nada del gobierno anterior, aun sean de las mismas siglas.

 

Porque así pasó durante todo el siglo pasado con el PRI y al inicio de éste con el PAN; entró Peña y borró todo programa celeste.

 

Así, lo posiblemente bueno del pasado gobernante, sencillamente es eliminado -lo hizo AMLO con lo de Peña- aun sus buenos resultados, en una práctica de sexenios y sexenios en que los gobernantes entrantes disponen de manera discrecional de toda la propiedad del gobierno, empleados, dineros, incondicionalidad o institucionalismo a ultranza.

 

Desde el actual gobierno federal ni hablan del tema, menos referirse positivamente a algún buen programa del pasado, pues todo para la megalomanía es una ruptura con lo pasado, ante la llegada de la “cuarta transformación” –que quieren equiparar a las tres anteriores como la Independencia, La Reforma y La Revolución y ni al caso-, que cuestiona todo lo malo sin mencionar algo bueno del neoliberalismo, que lo hubo, pero para qué entrar en controversia con el mando central, tan soberbio y resentido.

 

Pero si hay cosa que ni hablar, como la reforma energética de Peña y su protegida vigencia desde el poder judicial o el conservadurismo de ¡Va por México! y el MC a favor del saqueo extranjero, avalado por esa oposición con tal de llevarle la contraria al presidente quien, desde dónde lo vean en ese tema tiene razón.

 

Porque una cosa es ser contra y otra entregar los recursos de la nación: eso no pasa en EU, Rusia o China. Pero todo -según- para que se mantenga acorde a las demandas de los inversionistas, no de México.

 

Pero si fue un error desmantelar los programas de cultura, artes, ciencia, tecnología, y me refiero a desmantelados por corruptos, sin medir a quiénes afectaba, pues no hablamos solo de becas individuales, sino de programas para pueblos mágicos, culturas populares, y así, más para arriba, programas de desarrollo sustentable, agropecuarios y forestales, que el presidente deslizó por imponer el de Sembrando Vida, porque es ecológico, desde luego, pero no es propio, no es la parcela del campesino, que requiere crecer con lo suyo, y no engordarle un proyecto al gobierno y mucho menos el ego al titular del ejecutivo federal quien siente que por disponer de tales recursos, ya es un humanista.

 

Así, igual, como un todo lo puede, pensó Peña como presidente -con su Pacto por México -, y que por dos años AMLO hubo de dejar tal cual, ante las versiones arreciadas de que su gobierno era populista, cosa nada atractiva para esos inversionistas que iniciaron el ataque con todo, y desde luego, eso comprendía a inicios del sexenio- a los seis estados de la federación en dónde Morena ganó el gobierno en 2018, incluyendo a Chiapas, entidad ésta que requiere de inversiones en serio, porque ya ha quedado claro que sin eso, los gobiernos solo han tenido capacidad de administrar los problemas o pendientes sociales, que siguen brotando de vez en vez, y más ahora con tanto adelantado por la sucesión de 2024.

 

Lamentablemente Chiapas no es de los estados que captan inversiones millonarias, aún el potencial con que cuenta, incluyendo su ubicación en el continente, hacia la costa -y Sonda- del Pacífico, aparte de que por lo general se cuestiona que la inversión extranjera busca con lo menos sacar lo más, igual sean de EU o de China –que también tiene su historia de colonización y explotación de naciones-, que no contemplan el desarrollo humano de los lugareños, gracias a que han tenido cómplices en los gobiernos a los que han llegado, como sucedió en nuestro país con ese “Pacto por México”.

 

Por eso con la inversión extranjera se busca -y tiene que darse- otro trato, en especial a través de lo justo, no lo leonino a que estaban acostumbrados con el neoliberalismo torcido que no pocos extrañan, aún las evidencias de su mal, sobre todo en Chiapas, entidad que en tres décadas nada más no creció y por el contrario fue botín tanto de presupuestos como de posiciones, para el caciquismo político -o millonario- que se niega a morir, y que ya mueve sus alfiles en lo visible e invisible, sin importar consecuencias.

 

Como ha sido siempre.

 

Y aún esa condición, hay los que se prestan con lo mismo, neta.