Bancos centrales meten el freno de emergencia, ¿para qué?

30/agosto/2022

Agencias

Los banqueros centrales del mundo se reunieron la semana pasada en Jackson Hole, Wyoming, un retiro de verano que se ha convertido en el referente mundial de política económica, y luego de tres días de deliberaciones, lo que destacó fue el discurso de nueve minutos del presidente de la Fed, Jerome Powell, quien fue enfático en señalar que la restricción monetaria seguirá su curso, y que no descansarán hasta que la inflación regrese a los objetivos de los bancos centrales, aunque eso signifique dolor y sufrimiento para las economías del mundo.

Aunque no llegaron al punto de admitir el colosal error de no reaccionar a tiempo cuando la inflación dio muestras de repuntar hace ya casi dieciocho meses, los banqueros centrales ya admiten una verdad dolorosa de aceptar: que, a pesar de la subida de tasas más agresiva de los últimos cuarenta años, aún se encuentran lejos de una posición monetaria restrictiva. Esto es extremadamente importante.

Para todos queda claro ya que, si bien existe un problema de logística global que hace que las condiciones de oferta contribuyan a alimentar la dinámica de precios, la mayor parte de la inflación se debe al exceso de demanda provocado por la inyección desaforada de liquidez monetaria y fiscal llevada a cabo por bancos centrales y gobiernos durante la pandemia de covid-19.

Un artículo publicado por la Fed de Nueva York la semana pasada descompone los componentes de inflación en Estados Unidos y calcula que cerca del sesenta por ciento de esta se debe a un exceso de demanda, factor este si, a diferencia de los choques de oferta, que caen en el ámbito de los bancos centrales, quienes a través de aumentar las tasas de interés encarecen el crédito, reduciendo así la demanda agregada de las economías.