Tres entidades con gobiernos republicanos pusieron en marcha ayer nuevas normativas; en Texas castigarán con cadena perpetua a médicos que realicen el proceso
Agencias
A partir de ahora, 21 millones de mujeres en Estados Unidos viven bajo leyes que limitan el acceso al aborto.
Antier, entraron en vigor leyes restrictivas en los estados de Texas, Idaho y Tennessee.
Las entidades, gobernadas por el Partido Republicano, se sumaron a las limitantes legales tras el fallo de la Corte Suprema, emitido en junio pasado.
Desde la anulación de la famosa sentencia “Roe v. Wade”, de 1973, 13 estados han prohibido o fuertemente recortado el derecho a interrumpir voluntariamente un embarazo.
En contraste, los estados gobernados por mandatarios demócratas buscan constituirse en santuarios del derecho al aborto.
Destaca el caso de Kansas, un estado tradicionalmente de derecha, los electores votaron en referendo a favor de mantener la garantía constitucional del aborto.
Además, Florida, un bastión republicano, ha atraído a mujeres de Luisiana, Misisipi, Alabama o Georgia, quienes requieren el servicio médico.
MANO DURA
El presidente Joe Biden ha hecho de la defensa de la interrupción voluntaria del embarazo uno de sus temas de campaña para movilizar a su base electoral, de cara a las elecciones intermedias de noviembre próximo.
Incluso, el pasado 3 de agosto, el mandatario firmó un decreto para permitir a las mujeres del país viajar a estados donde el aborto esté despenalizado.
En Texas, la ley que entró en vigor ayer castiga hasta con cadena perpetua a cualquier integrante del cuerpo médico que practique un aborto, salvo en caso de que peligre la vida de la madre.
Esta norma se suma a una serie de textos restrictivos que ya habían llevado al cese efectivo de los abortos en este estado de 30 millones de habitantes, colindante con México.
Por su parte, en Tennessee, también en el sur del país, donde el aborto ya estaba prohibido después de las seis semanas, cualquier persona que practique el proceso puede ser condenada a prisión.