Las crónicas de un continuo despertar

7/julio/2022

 

Arít León Rodríguez

 

La tarde de ayer, la casualidad estuvo presente cuando a un tráiler de remolque de materiales de construcción que estaba intentando ingresar a una bodega se le explotó una de sus llantas.

Independientemente del estruendo y del estupor que generó el susto causado por el ruido, el peligro de que ese vehículo minutos antes estaba en circulación por la ciudad es real y preocupante, puesto que la llanta que estalló lo hizo mientras se movía a una velocidad sumamente pausada, en maniobras de ingreso a donde dejaría una gran cantidad de cemento, pero pues vaya, ese vehículo anduvo transitando por la ciudad cerca de casas y negocios, otros automóviles, de usted y de mi y sus llantas EVIDENTEMENTE estaban en pésimas condiciones.

Ahí es donde las autoridades estatales y municipales deben estar monitoreando tanto maquinarias y llantas de esos aparatos.

Son vehículos peligrosos, que han generado en múltiples ocasiones accidentes en la ciudad y varios de ellos fatales, no hay pretextos ni justificación para que esto suceda, en ningún sentido, si ese vehículo hubiese transitado por el libramiento cuando la llanta explotó, la situación pudo haber sido otra en definitiva.

 

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Este inicio de semana se ha visto ensombrecido con los acontecimientos que le precedieron en varias partes del mundo.

En Estados Unidos, la oligarquía absurda que manejan y el acceso indiscriminado a las armas ha generado siempre el caos, en algunos lugares señalan a la pobreza como causante de la violencia pero ahí está la prueba que en el primer mundo el acceso a todo, hasta a lo innecesariamente violento es lo que también permea las conductas contra legem entre la ciudadanía.

El sujeto que el pasado 4 de julio abrió fuego contra un grupo de personas que celebraban públicamente su independencia y asesinó a 6 personas, entre ellas un adulto mayor mexicano .

El asesino de Kimberly Melissa Díaz Ortiz, la niña de 14 años que murió en días pasados en Cuautla, Morelos; en manos de  Jorge Alberto “N” de 23 años, dentro de un hotel, fue recientemente detenido después de 9 días de estar prófugo de la justicia, ayudado por su padre -también detenido- quien lo ayudó a asesinarla y a escapar.

La niña tenía un vínculo emocional con el pedófilo asesino desde principios de año.

Ambos casos son personas que mataron porque pudieron, estuvieron facultados por el sistema que les permitió acceder a sus víctimas y tener los elementos para realizar las conductas que planearon previamente.

Al primero, el estado le brindó la facilidad de comprar armas pese a no tener mentalmente la capacidad de hacerlo, por ser una persona con desequilibrios emocionales confirmados por su familia nuclear, y el otro, por que la sociedad misma normaliza que una adolescente se relacione con un hombre adulto y acceder a moteles sin regulación evidentemente, asimismo el respaldo de la familia misma para asesinar y huir.

El asesino americano, disparó más de 70 veces con un rifle de alto calibre, el mexicano, asestó 30 puñaladas a la niña que mató.

Solo porque podían.

Así de simple.

 

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Por cierto, en la zona oriente parece que lo que se ha rociado de malatión o la sustancia que usen actualmente para controlar la proliferación de moscos no ha sido suficiente, basta pasar por los parques de la zona o los hospitales para ver como en las afueras es muchísima la cantidad presente de estos insectos .

Ojalá volvieran a acudir por ahí el personal municipal que realiza las labores de abate y rociado, porque en definitiva no estamos antojados de tener combos como covidengue, zika y demás maravillas que portan.