Tubo de ensayo

25/enero/2022

 

René Delios

¿Cómo es posible que en las cúpulas partidistas sigan los silencios prolongados? ¿En serio no ha pasado nada que motive su comentario sociopolítico, una postura en torno al tiempo en qué vivimos, como dicen? ¿O tan bien estamos, que ningún razonamiento o desplegado de ideas es necesario en torno a Chiapas?

 

¿Y se sorprenden de la andanada de críticas que reciben en redes y otros medios de comunicación en torno a su personalidad y aspiraciones a futuro?

 

¡Vamos! ni en los que les compete, como las elecciones y la decisión cupular -sucia, abusiva- de candidatos anodinos, los hizo reaccionar, menos que dijeran algo por los índices de abstencionismo que son entre otros, claros indicativos de la pésima calidad de la política, la pobre credibilidad partidista y el nulo trabajo político de los cuadros “distinguidos” de esos institutos políticos -agencias de colocaciones y vividores de la elite-, ante la base militante.

 

Y aun con ese antecedente, siguen las decisiones cupulares: los dirigentes de Va por México —conformado por el PAN, PRI y PRD— acordaron ir juntos, hasta el momento, en las elecciones de cuatro de los seis estados donde se renovará la gubernatura este año: Hidalgo, Tamaulipas, Durango y Aguascalientes, y solo falta que digan que sus seguidores y militantes van a votar por quien ellos decidan.

 

No la logró ni Morena en 2021, con tanta corrupción política y tráfico de influencias para las federales intermedias, que le costó perder el control de San Lázaro: la gente ya no es manipulable.

 

Cierto: observamos como ciudadanos el cómo en 2000 se dio un éxodo de políticos del PRI al PRD en apoyo a Pablo -que siguió con Juan-, y luego, del PRD al Verde, en apoyo a Manuel, y ahora la chapulinada políticas migra a Morena -en un modus operandi que revela que en Chiapas los cotos de poder se adecuan a quien llegue, indistinta sigla-, y aun con eso, los partidos afectados, disminuidos, se mantienen en silencio en torno al acontecer sociopolítico, en total ignominia como si no existiera la oposición: la subordinación y la autocensura.

 

¿Pero en qué beneficia eso a un partido político?

 

Evidentemente en nada.

 

Así ha pasado de siempre en la parafernalia de la clase política chiapaneca, convenenciera, arrastrada.

 

La llamada transición no solo se dio en Chiapas de 2000 a la fecha, en que prácticamente iniciaron las alianzas políticas en el país: se registró en otros estados, pues hay que recordar que esas coaliciones se dieron aún brincarán por “contra natura” como llamó Manlio Flavio Beltrones a la alianza PRI-PRD, que empezó a gestarse desde 2015.

 

En ese año de elecciones federales intermedias, y en dónde por cierto participó por primera vez Morena luego de que en 2014 le dieron el registro a regañadientes después de muchos baches en el camino -de ahí las razones de AMLO para írsele encima al INE, pero de eso no se acuerdan unos, o no lo saben otros-, en los estados de Sinaloa, Puebla, Quintana Roo, Zacatecas, Durango y Veracruz, la alianza PAN-PRD ganó, y luego al año siguiente Nayarit.

 

Esas entidades se las ganaron al PRI.

 

Y los priistas criticaban en ese entonces que no se podía fundir agua con aceite; que era una clara falta de convicción partidista la alianza de referencia, y aun con eso y ante los resultados favorables, esas alianzas merecieron el apoyo abierto de las dirigencias de esos partidos antípodas por años, y de ahí -y hasta la fecha- solo les interesaba el resultado, aun sea criticable la manipulación de conceptos.

 

Pero la cosa subió cuando, ante la derrota sin precedentes de 2018 -tres años después de esas intermedias-, Morena arrasó de tal forma que dejó a su oposición estupefacta, a tal volumen que nada pudieron hacer con los tradicionales instrumentos del establishment para el fraude.

 

Fue cuando sucedió: el PRI se alío a los que cuestionó, olvidando su bagaje y se integró al “¡Va por México!” que todavía subsiste -pues van juntos en éste 2022-, y que más que la verdad no ha servido de mucho pues, Morena, sigue avanzando, y ya se verá en los resultados si es cierto que va a la baja, pues este año se renuevan seis gubernaturas: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas; en cuatro la oposición va a ir de la mano.

 

Así que los especialistas en ingeniería electoral -no esos del meme y la sorna ineficiente-, tienen chamba, pero la real, la de cobertura, la difícil para poder recuperar la imagen de un partido a la baja electoral, y más los integrantes de ¡Va por México! pues pasaron por alto los conceptos en los que sus estatutos se contravienen.

 

Les valió la militancia luego de décadas de enemistades entre izquierda y derecha, ante la mirada de desprecio del PRI; nada explicaron ni explican el por qué a su base militante, ahora sí se alían, sus filosofías políticas –antagónicas desde la letra estatutaria hasta el discurso social- finalmente coinciden “para salvar a México”.

 

Lo lamentable es que es mucha crítica y pobre propuesta; eso es lo que realmente preocupa incluso a los que no son sus seguidores, pero tampoco del presidente o la 4T, y que observan con frialdad -y no con hígado encendido- que en verdad que se debe afinar la política de desarrollo económico contrario a cómo lo hace la 4T, muy aparte de los apoyos sociales necesarios para esos mexicanos desafortunados, a los que ciertamente hay que hacerles -no regalarles- justicia social para que se integren a la vida productiva -y no parasiten como lo han hecho desde la instauración del paternalismo priista-, a través de reales programas integrales, de desarrollo sustentable, que combatan la pobreza, para ya no explotar -social y políticamente- la necesidad de la gente.

 

Pero vamos al punto: ¿Quién desde la oposición para hacerle frente a Morena?

 

Porque si gana la mayoría de las entidades a diputarse este año, quedará claro que no va para nada a la baja.

 

Por eso insisto a veces en que, caen redondos en todo lo que les provoca el mandatario que, con ello, se mantiene en vigencia: le llaman idiota, torpe, miope, senil, y demás adjetivos cada que hay una nueva polémica en el escenario político, que explota de lo lindo a beneficio  -lo contrario se notara en los números-, como la ha hecho desde que ganó el gobierno de la Ciudad de México en 2000, y aparte, recordemos que Morena ya es gobierno en 17 entidades de la República, y puede llegar a la veintena en éste 2022 -que no es poco decir-, con rumbo a las federales de 2024.

 

No es cómo para que su oposición siga tomando decisiones altaneras a espaldas de su militancia, porque ahora sí esos votos se cuentan, no se inventan.