El impacto económico de la pandemia en México (y cómo podemos evitar que sea mayor)

21/julio/2020

 

Agencias

A 4 meses de que la mayoría de los países en el mundo tomaran medidas para frenar el paso del COVID-19, seguimos estando lejos de disminuir los riesgos que esta pandemia representan para la vida de los habitantes de nuestro país. Entre las miles de familias que han tenido que afrontar la tragedia de perder a un ser querido, y los millones de mexicanos que han perdido parcial o totalmente su ingreso desde el inicio de la contingencia, esta será sin duda una crisis que nos afectará por años.

“Sin lugar a duda la principal consecuencia adversa de esta pandemia está dada por la pérdida de vidas humanas y por las afectaciones familiares que ya padecemos, pero en paralelo todos los países de nuestra región experimentan profundos impactos sociales y económicos a raíz del COVID-19, el cual será la causa de la mayor crisis en América Latina en décadas”, comentó Santiago López, Director General del Consejo Internacional de Asociaciones de Bebidas, Grupo para América Latina y el Caribe.

“La CEPAL proyecta que la región evidenciará una caída del producto interno bruto de -9,1% en 2020, que la tasa de desocupación regional se situará alrededor del 13,5%, es decir 44,1 millones de personas no tendrán trabajo, y el número de personas en situación de pobreza llegará a 230,9 millones en el 2020 es decir el 37,3% de la población latinoamericana”.

Estos niveles de pobreza tienen muchas implicaciones para la vida de los mexicanos y el crecimiento económico del país en general. “La pobreza condiciona en manera adversa el acceso a bienes y servicios básicos, e impide que las personas eleven su nivel y calidad de vida”. Pero la consecuencia más grande es también la más básica: las personas perderán la capacidad económica de alimentarse.

“Las entidades de Naciones Unidas señalaron esta semana que cerca de 690 millones de personas padecen hambre y que unos 2.000 millones de personas en el mundo no disponen de acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes, esto léase bien, sin sumarle los efectos del Coronavirus los cuales pueden añadir la aterradora cifra de entre 83 y 132 millones de personas al número total de personas subalimentadas”.

Es por eso, que ahora más que nunca la política fiscal debe jugar un papel central en la mitigación del impacto social y económico derivado de la pandemia del COVID-19, impulsando la reactivación económica.

De acuerdo con el Lic. Santiago López, una de estas medidas regulatorias que afectan de forma directa a la población más necesitada de nuestro país es la de aumentar los costos de bebidas y alimentos. “Incrementar el costo de cualquier alimento, incluyendo tés, jugos y refrescos, implicaría que todo mexicano que desee tomar su bebida de preferencia deba sacar más dinero de sus bolsillos para transferirlo a las arcas públicas, restringiría aún más el acceso para hidratarse a muchas personas”.

Además, aumentar el costo de productos y servicios en tiempos de crisis afecta de forma directa a toda la cadena de valor, desde agricultores hasta familias que operan tiendas de barrio.

En otros países donde se ha aumentado el precio de ciertos bienes, ya se ha retrocedido. “La experiencia de Dinamarca es categórica ya que a finales de 2012 decidió descartar el impuesto sobre las grasas saturadas en los alimentos que había establecido y cancelar la extensión prevista del impuesto sobre el chocolate, por los efectos negativos de dichos impuestos para los consumidores y para la competitividad de la industria. De hecho, el impuesto fue criticado por conducir a posibles pérdidas de empleo, aumentar la carga administrativa para las empresas y crear compras transfronterizas por parte de los consumidores daneses, lo que afectó negativamente a la industria y la economía”.

Estas implicaciones son bien sabidas en otras partes del mundo. “La Comisión Europea publicó un informe en 2014, en el cual analizaba el impacto de estas medidas en la competitividad del sector agroalimentario, y dentro de sus conclusiones se registró que se puede afectar la competitividad del mismo con especial énfasis en las pequeñas empresas”.

Es por eso que, especialmente en tiempos de crisis, debemos buscar medidas que protejan el empleo y disminuyan el riesgo de una crisis alimentaria, y esto no quiere decir que no se deban realizar acciones para hacer que los alimentos sean más nutritivos. “España, donde los alimentos, son parte de la apuesta para su desarrollo, buscó mejorar la composición nutricional de los alimentos y las bebidas consumidas en el país por medio de un acuerdo entre la industria de alimentos y bebidas, las cadenas de distribución, los sectores de servicios de comidas y vending entre otros en pro de disminuir porcentajes establecidos de contenido de azúcar, sal y grasas en un plazo de tiempo determinado, es decir se fijaron metas comunes que más que demonizar un sector buscan sumar hacia un mismo propósito”.

Hoy más que nunca es momento de ser solidarios y empáticos con nuestra sociedad, promoviendo soluciones que fortalezcan la fuerza laboral y devuelvan la estabilidad a quienes la han perdido a causa de esta pandemia.