Las crónicas de un continuo despertar

29/junio/2020

 

Arít León Rodríguez

 

Su semáforo naranja no tiene cuadratura, de verdad.

 

Creo que no existe una sola persona que en serio se crea esta versión oficial, salvo aquellos oligofrénicos que de plano, creen que el COVID no existe.

 

Claro que preocupa, pese a la necesidad, puesto que Chiapas se encuentra en el 5 lugar de contagios a nivel nacional después de haber “iniciado lento”.

 

Pues, cierto, no creímos que las salidas el día de las infancias, de las madres, del padre y las búsquedas desenfrenadas por cerveza tuvieran efectos negativos.

 

Esto me recuerda tanto a cuando, de niña, escuchaba hablar del VIH, como una enfermedad tan letal que mucha gente prefería el suicidio al enfrentar el escarnio social y a la vez los contagios no se detenían, puesto que somos seres inconscientes y superfluos: “se veía bien” “no se notaba nada” fue el factor principal de contagios tras relaciones sin sexo seguro, hasta hoy día.

 

Lo mismo pasa con la pandemia: no se nota, no se interpreta, no se detecta a simple vista pero créame,  está ahí.

 

10 millones de contagios en el mundo no son cifras de juego, aun cuando la humanidad ha vivido cosas mucho peores.

 

El detalle es que, cada vez que salgo de casa, para comprar algo necesario o a poner seguro al portón, a la distancia veo la puerta de don José: Un día su hijo colapsó y dos días después estaba entubado y conectado a una máquina que lo ayudaba a seguir vivo.

 

Al tercer día, don José fue hallado en la cocina de su casa: donde le dijeron que estuviera sin salir ante un posible contagio.

 

Estaba en medio de un charco de sangre que se hizo al caer y golpearse la cabeza.

 

Aun cuando se trató de ayudarle, su condición se veía crítica, y la ambulancia que llegó no pudo movilizar hasta esperar algo más especializado.

 

Don José se fue desde la semana pasada, y con él su esposa.

 

Su casa vacía, nadie llega, la luz está encendida siempre y yo pienso en los tres, en la simpleza y crudeza con la que la vida nos rompe, en que, igual ya ninguno existe, y nosotros ni lo sabemos.

 

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Nuevo León con más de 9 mil contagios este fin de semana fue azuzado por una noticia que parece notitas del corazón, conlleva una realidad social: la boda de dos sujetos hijos de personas poderosas hace unos días generó irritación general.

 

Al hacerla dentro de un domicilio, las autoridades justificaron su inacción.

 

En si, la boda de llevó a cabo, con 200 personas, sin ninguna medida de salud salvo la buena voluntad de los asistentes o su rotunda estupidez.

 

Como era obvio, el COVID no discrimina absolutamente a nadie, independientemente de su status mental: esa gente le jugó a la inmortalidad y hoy están llevándose un chasco.

 

Contagios masivos entre las personas que asistieron al enlace.

 

¿Pues que pensaban? ¿Que por su clase social eran inmunes?

 

Ahora que ya estamos en fase naranja, a ver la que nos espera.