Presenta AMLO ‘La nueva política económica en los tiempos del coronavirus’

18/mayo/2020

 

– Imprescindible establecer una nueva política económica, que permita el rescate del pueblo con un nuevo modelo de país, con base en 5 principios fundamentales: democracia, justicia, honestidad, austeridad y bienestar, destacó el presidente

 

– Ensayo va dirigido a los sectores de más ingresos para explicarles cómo ellos también se van a beneficiar, no solo el 70% de la población pobre y de clases medias, sino también el 30% de los de arriba, afirmó el mandatario

 

Es imprescindible establecer una nueva política económica en México, que permita el rescate del pueblo con un nuevo modelo de país, con base en cinco principios fundamentales e indisolublemente relacionados entre sí: democracia, justicia, honestidad, austeridad y bienestar, destacó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en la presentación de la Nueva Política Económica en los tiempos del Coronavirus, que además señala que el antiguo modelo neoliberal ha fracasado y no es viable sustentar la recuperación económica de un país con base a ésta, que sólo permite el enriquecimiento de unos cuántos mientras se acentúa más la pobreza entre mas del 70 por ciento de la población mexicana.

El regreso a la nueva normalidad debe ir acompañado de la convicción de profundizar en los cambios ya iniciados por nuestro gobierno y poner atención en todo aquello que permita mejorar las condiciones de vida de los mexicanos para alcanzar una sociedad mejor, por ello, “la nueva política económica se ha formulado a partir de esos principios”.

En el ensayo oficial de la Presidencia de la República, se señala que “como es evidente, el COVID-19 no es la causa principal de la recesión económica global. La pandemia solo vino a precipitar, en medio de un tremendo agotamiento, el derrumbe del modelo neoliberal en el mundo”.

Por eso, sería un absurdo insistir en aplicar ese mismo paradigma para enfrentar la actual crisis económica. Debemos dejar el camino trillado de las últimas cuatro décadas y buscar uno del todo nuevo. Es indispensable desechar las recetas de siempre, propuestas por organismo financieros internacionales, supuestamente, orientadas a revertir las crisis recurrentes pero, que en los hechos, provocan nuevos ciclos de concentración de la riqueza, nuevas espirales de corrupción, crecimiento de la desigualdad, ensanchamiento de los abismos sociales entre las regiones y entre lo urbano y lo rural y, a la postre, un agravamiento de los fenómenos de desigualdad, desintegración social, migración, marginación y miseria. Así quedó demostrado, por desgracia, en varios países, como ocurrió en México a raíz de las privatizaciones a rajatabla y el rescate de las grandes fortunas que se selló con el Fobaproa (1998).

Detalla cada uno de los cinco ejes de este Nuevo Modelo de Política Económica para México, de la siguiente manera:

  1. Democracia.

Como es natural, no puede excluirse la democracia de la economía.

Democracia significa también respetar, como lo hemos venido haciendo, el principio de separación de poderes, el pacto federal y las atribuciones del municipio libre. Hemos gobernado respetando la soberanía del Legislativo y del Judicial y hemos procurado construir con los gobernadores de los estados relaciones de colaboración y diálogo, dejando de lado las diferencias políticas e ideológicas.

Pero más allá de la observancia del Estado de derecho y de las disposiciones constitucionales sobre las instituciones del poder público del país, estamos avanzando en la construcción de una democracia participativa en la que el poder político sea ejercido por el pueblo mismo. De ahí nuestro empeño en instituir la revocación de mandato y revocar los fueros e inmunidades de los servidores públicos.

  1. Justicia.

Nada justifica que la política económica solo sirva a una minoría. De acuerdo con la Constitución de México, corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral y sustentable, que fortalezca la Soberanía de la Nación y su régimen democrático y que, mediante la competitividad, el fomento del crecimiento económico y el empleo; y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya integridad protege la Constitución.

Recordó que en ambos períodos del presidente Porfirio Díaz, la política neoliberal arraigó la creencia de que, por encima de todo, inclusive de la libertad, había que alcanzar el progreso material del país. Asimismo, se pensaba que el Estado solo debía garantizar el orden y no intervenir en el manejo de la economía para procurar el bienestar y la felicidad de los mexicanos porque para impulsar el progreso era más eficiente la iniciativa privada; el ejercicio de gobierno, según los porfiristas y neoporfiristas, consistía en entregar concesiones, contratos y subvenciones a particulares, así como asegurar la confianza y buenos dividendos para banqueros e inversionistas, sobre todo, extranjeros.

Este criterio sirvió de base para la política económica que se aplicó en nuestro país durante los últimos cuarenta años; por eso, lo que se conoce como neoliberalismo es esencialmente, en el caso de México, neoporfirismo.

La lección que nos dejó tanto aquella como la más reciente política económica es que un modelo que solo beneficia a las minorías no produce bienestar general sino, al contrario, engendra miseria pública y violencia.

La fórmula que estamos aplicando para remontar esta crisis transitoria, es la suma de cinco elementos básicos: democracia, justicia, honestidad, austeridad y bienestar.

El nuevo gobierno democrático garantiza las libertades; cada quien puede dedicarse a la actividad que más le satisfaga y convenga y es libre de expresar sus puntos de vista. Pero obviamente todos tenemos que ceñirnos a la legalidad y a reglas claras; se pueden hacer negocios, pero sin influyentismo, corrupción o impunidad, el presupuesto es realmente público; se da preferencia a los pobres; se cuidan los recursos naturales; la riqueza de la nación y los frutos del trabajo de los mexicanos se distribuyen con justicia, y no se permite que los privilegios de pocos se sustenten en la opresión, la inseguridad y la miseria de millones de mexicanos.

Hace  apenas unas semanas, cuando estalló la crisis por el coronavirus, los representantes del sector empresarial de México, nos solicitaron, tanto de manera formal y pública como en audiencias privadas, una tregua en el pago de impuestos, entre otras cosas, supuestamente para beneficio de las pequeñas y medianas empresas; les respondimos que no sería de esa forma como enfrentaríamos la crisis, y también les expresamos que no habría rescates o subsidios para las grandes corporaciones y que no dejaríamos en estado de indefensión a la mayoría de los mexicanos; en otras palabras, que íbamos a rescatar primero a los pobres.

En consecuencia, deseo explicar este nuevo mecanismo de atención preferente a la población mayoritaria que, al mismo tiempo, nos permitirá sacar a flote la economía y remontar la crisis en beneficio de todos.

A partir de la pandemia del coronavirus decidimos reforzar los apoyos sociales, ampliando el presupuesto destinado a la gente. En este mes de mayo tenemos contemplado bajar recursos por alrededor de 120 mil millones de pesos, cantidad un poco mayor a la gran aportación que hicieran nuestros paisanos migrantes que, en el mes de abril, mandaron a sus familiares cuatro mil millones de dólares, esto es: 96 mil millones de pesos; estamos hablando de más de diez millones de envíos de 380 dólares en promedio.

Con esta inyección de recursos, rápida y directa a las familias se está fortaleciendo la capacidad de compra o de consumo de la gente y con ello podremos reactivar pronto la economía.

Pero nuestro modelo no solo significa bienestar para la paz y la tranquilidad de todos los mexicanos también ofrece al 30 por ciento de la población con mejores condiciones económicas la posibilidad de hacer negocios, obtener ganancias lícitas y progresar sin trabas o ataduras. Además, no hemos aumentado impuestos ni incrementado el precio de las gasolinas, el diésel, el gas y la electricidad.

Con el fortalecimiento de la capacidad de consumo de las clases populares, obtienen beneficios los sectores de mayores ingresos. Atendemos a los pobres por convicción y por humanismo, pero también lo hacemos porque creemos que si destinamos recursos a los menos favorecidos habremos de lograr una más rápida reactivación de la economía para salir de la crisis.

Abundando sobre los beneficios que reciben y podrán acrecentar las familias de mejores ingresos en el país, destaca el enorme campo de negocios que abre la ratificación del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

  1. Honestidad

Esta materia nunca se impartió en las universidades donde se formaron quienes, al paso del tiempo, llegaron a ocupar las secretarías o ministerios de Hacienda o Economía en la mayor parte de los países del mundo. Puede ser que esta especialidad no resultara importante en otras naciones, pero en México era y sigue siendo una asignatura indispensable.

No se trata de un asunto retórico o propagandístico: es un hecho demostrable que la crisis de México se originó no solo por el fracaso del modelo económico neoliberal aplicado en los últimos 37 años, sino también por el predominio en ese periodo de la más inmunda corrupción pública y privada. En otras palabras, como lo hemos repetido durante años: nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo; esa es la causa principal de la desigualdad económica y social y, por extensión, de la inseguridad y de la violencia que padecemos.

“Por eso, cuando me piden que exprese en una frase cual es el plan de nuevo Gobierno, respondo: acabar con la corrupción y con la impunidad”, asegura el mandatario mexicano.

En vez de conseguir líneas de crédito para endeudar al país, como era la práctica neoliberal durante los periodos de crisis, nosotros estamos optando por intensificar el combate a la corrupción. En el primer año de gobierno hemos logrado, entre otras medidas, eliminar la condonación de impuestos por influyentismo a grandes contribuyentes, reducir el robo de combustibles en 95 por ciento y establecer en la Constitución la tipificación de la corrupción como delito grave (pues no lo era), sin conceder al inculpado la posibilidad de obtener su libertad bajo fianza.

Es imprescindible no permitir la corrupción al interior del gobierno para poder contar con autoridad moral y política.

  1. Austeridad

Desde el inicio de nuestro gobierno, antes del coronavirus, comenzaron a aplicarse medidas de austeridad profundas y contundentes. Los lujos, los dispendios y la opulencia que caracterizaban el ejercicio del poder han llegado a su fin. El gobierno actual ha eliminado los privilegios y prebendas que disfrutaban los funcionarios de alto nivel. Había servidores públicos con salarios de hasta 700 mil pesos mensuales, mientras que los trabajadores de base recibían 8 mil pesos mensuales en promedio.

A partir de la crisis económica desatada por el coronavirus decidimos, como otra de las acciones para liberar fondos y no endeudar más al país, emitir un decreto de fecha 23 de abril del presente año, en el cual se establece lo siguiente:

De conformidad con los criterios que nos rigen de eficiencia, honestidad, austeridad y justicia y ante la crisis mundial del modelo neoliberal, que sin duda nos afecta, propongo la aplicación urgente y categórica de las siguientes medidas.

  1. No será despedido ningún trabajador, pero no habrá incremento de personal; se reducirá el salario de los altos funcionarios públicos hasta 25% de manera progresiva. Es decir, el que obtenga más ingresos aportará más y será menos el descuento para los niveles inferiores.
  2. No se ejercerá el 75% del presupuesto disponible de las partidas de servicios generales y materiales y suministros. Esto también incluye a lo supuestamente comprometido. Se cancelan diez subsecretarías y se garantiza el empleo con el mismo rango y los mismos ingresos a quienes dejarán dichos cargos.

III. Se extenderá hasta el 1 de agosto la suspensión de labores con goce de sueldo a quienes ya se encuentran en esta situación debido a la pandemia del Coronavirus.

  1. Deberán de permanecer cerradas la mitad de las oficinas con excepción de las que atiendan de manera directa al público o aquellas que son esenciales para el bienestar del pueblo.
  2. Se posponen las acciones y el gasto del gobierno, con excepción de los siguientes programas prioritarios:
  3. Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores
  4. Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad.
  5. Sembrando Vida
  6. Programa de apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras
  7. Becas para el Bienestar Benito Juárez
  8. Construcción de las 100 Universidades Públicas
  9. La Escuela es Nuestra
  10. Jóvenes Construyendo el Futuro
  11. Tandas para el Bienestar
  12. Banco del Bienestar
  13. Atención Médica y medicamentos gratuitos
  14. Producción para el Bienestar
  15. Precios de Garantía
  16. Distribución de fertilizantes
  17. Apoyo a los pescadores
  18. Guardia Nacional
  19. Aeropuerto General Felipe Ángeles
  20. Producción petrolera
  21. Rehabilitación de seis refinerías
  22. Construcción de la refinería de Dos Bocas
  23. Generación de energía eléctrica con la modernización de plantas e hidroeléctricas
  24. Mantenimiento y conservación de carreteras
  25. Caminos de mano de obra
  26. Caminos rurales
  27. Carreteras en construcción
  28. Sistema aeroportuario de la Ciudad de México

27.Tren Interurbano México – Toluca

  1. Terminación de presas y canales
  2. Parque Ecológico Lago de Texcoco
  3. Programa de Mejoramiento Urbano
  4. Programa Nacional de Reconstrucción
  5. Tren Maya
  6. Tren de Guadalajara
  7. Internet para Todos
  8. Desarrollo del Istmo de Tehuantepec
  9. Zona libre de la Frontera Norte
  10. Espacio cultural de Los Pinos y Bosque de Chapultepec
  11. Defensa de los derechos humanos.
  12. La SHCP dispondrá de los recursos necesarios para cumplir cabalmente con la entrega de participaciones federales a los estados, el pago de nómina, de pensiones y la amortización y servicio de la deuda pública.

VII. Tendrán trato excepcional la Secretaría de Salud, la Guardia Nacional, y las secretarías de Marina y de Defensa Nacional.

VIII. Se aplicará la Ley de Austeridad Republicana de manera rigurosa.

  1. La eficiencia, la honestidad y la austeridad nos permitirán aumentar el presupuesto para fortalecer el blindaje de los programas sociales y de los proyectos prioritarios en 622 mil 556 millones de pesos; asimismo, se otorgarán tres millones de créditos personales y a pequeñas empresas familiares, y se crearán dos millones de empleos, todo lo cual hará posible proteger a 25 millones de familias mexicanas, el 70% de los hogares de la república, donde habitan los más pobres y la mayoría de los integrantes de las clases medias del país.
  2. Todo ello sin aumentar el precio de los combustibles, sin aumentar impuestos o crear impuestos nuevos y sin endeudar al país. Vamos a demostrar que hay otra forma de enfrentar la crisis sanitaria, económica o de cualquier otra índole, siempre y cuando no se permita la corrupción, se fortalezcan valores y principios como el del humanismo y se gobierne para y con el pueblo.
  3. Estas medidas aplican para todo el poder Ejecutivo Federal, es decir, incluyen a organismos descentralizados, órganos desconcentrados, empresas de participación estatal mayoritaria y fideicomisos públicos.
  4. Bienestar

Otro elemento básico de nuestra política es desechar la obsesión tecnocrática de medirlo todo en función del mero crecimiento. Nosotros consideramos que lo fundamental no es cuantitativo sino cualitativo: la distribución equitativa del ingreso y de la riqueza. El fin último de un Estado es crear las condiciones para que la gente pueda construir su felicidad; el crecimiento económico y los incrementos en la productividad y la competitividad no tienen sentido como objetivos en sí mismos sino como medios para lograr un objetivo superior: el bienestar general de la población. “Ya hemos hablado de cómo se llegó a sostener la falacia de que si le iba bien a los de arriba necesariamente le iría bien a los de abajo, como si la riqueza fuera similar a la lluvia, que primero moja las copas de los árboles y después gotea y salpica a lo que está debajo de las ramas”.

En esencia se trata de un sistema que ha permitido el engrandecimiento de pocos a costa del sufrimiento de muchos. Y si esto no fuese cierto, que alguien nos explique por qué en una época aciaga para la inmensa mayoría de nuestros pueblos, existe una pequeña minoría que no deja de acumular riquezas y poder como nunca se había visto en la historia de la humanidad.

Este año, 2020, con datos de la misma revista Forbes, dos mil 095 personas con más de mil millones de dólares cada una, poseen en conjunto ocho billones de dólares; es decir, en los últimos nueve años la élite del poder económico mundial incrementó su fortuna en casi el doble. Si lo explicamos de otra forma, estas dos mil personas detentan una fortuna equivalente a 32 años del presupuesto federal de México.

Un modelo económico que solo apuesta al progreso material sin justicia se traduce en un proyecto político inviable y condenado al fracaso. Su falla de origen consiste en pasar por alto que la simple acumulación de riqueza, sin procurar su equitativa distribución, produce desigualdad y graves conflictos sociales.

De modo que el mal del coronavirus vino también a recordarnos lo frágil y transitorio que resulta, al fin de cuentas, un modelo excluyente, sin dimensión democrática y social.

Nuestra propuesta consiste, en suma, en establecer un Estado de bienestar igualitario y fraterno para garantizar que los pobres, los débiles y los olvidados encuentren protección ante incertidumbres económicas, desigualdades sociales, desventajas y otras calamidades, donde todos podamos vivir sin angustias ni temores.

En este contexto, es importante dar a conocer que se aprobó la reforma al artículo 4º constitucional para otorgar, por mandato legal, pensiones a todos los adultos mayores del país, así como a niñas y niños pobres con discapacidad; becas a estudiantes de familias de escasos recursos económicos y garantía del derecho a la salud a todos los habitantes del país, con atención médica y medicamentos gratuitos. Es la reforma social más importante de los últimos tiempos.

Destacó estas lecciones básicas, que entre muchas otras que deben rescatarse de estos tiempos aciagos del coronavirus:

Primero, que ante todo deben garantizarse las libertades y el derecho a disentir. Es un timbre de orgullo poder expresar que estamos domando la pandemia sin autoritarismo.

En segundo lugar, ha quedado de manifiesto que la familia mexicana es la institución de seguridad social más importante del país, y que gracias a ello se ha podido cuidar en nuestras casas a la población más vulnerable frente al virus: la que padece de hipertensión, diabetes, obesidad y otros padecimientos; así como a los adultos mayores.

Tercero: Es indispensable revalorar la importancia que tiene la educación para la salud e impartirla en las escuelas y trasmitirla en la casa y a través de los medios de comunicación.

“Es mejor prevenir que solo apostar a curar. Debe darse atención a los males endémicos que más muertes causan en el país. Desde luego, lo más humano y ético es luchar para que nadie fallezca, y menos por padecimientos curables. Pero cada año, desgraciadamente, de manera silenciosa, por las dos principales causas de mortalidad en el país, por las enfermedades cardiacas y la diabetes mellitus, pierden la vida alrededor de 250 mil personas. De modo que urge una amplia campaña de orientación nutricional”, concluyó./Daniel Alberto Pérez-Tuxtla Gutiérrez