Tubo de ensayo

24/diciembre/2019

 

René Delios

 

Salvo crea que AMLO es un mesías.

Esto porque la legisladora morenista Lorena Jiménez Andrade, dijo en Puerto Vallarta, en Jalisco, que entre el nacimiento de Jesús y la Cuarta Transformación existe una gran similitud, eso ante unas cuatrocientas personas que asistieron a una posada en ese destino turístico.

Lo textual fue: “Celebrar el nacimiento de Jesús, es celebrar la posibilidad del cambio, el cambio verdadero. Y hay una similitud extraordinaria entre lo que pasó hace 2019 años y lo que está pasando hoy en el 2019”, así lo dijo.

La legisladora no se quedó ahí, y le subió señalando que el 24 de diciembre es un día para celebrar al personaje, “recordarles que Jesús fue un revolucionario, porque ser revolucionario es buscar el cambio. Y el cambio se puede lograr de manera pacífica, desde lo más hondo de nuestros corazones”.

Solo faltó que dijera que también votando.

No se atrevió a equiparar a Andrés Manuel con Jesús, y en esto no hay un casi o un “dio a entender”, pero la intención se advierte.

No es la primera –y ni será la última- en que un político pule una de esas perlas, y deja en claro su pobre léxico o capacidad de hilar conceptos para expresar o explicar una idea.

Los ha habido incluso siendo presidentes del país.

Ahí está Ernesto Zedillo y su famosos “son unos malosos”, cuando empezaron los primeros eventos violentos, granada en mano, allá en Morelia, Michoacán, por parte del crimen organizado, con aquellos “Caballeros Templarios” que de maloso no tenían nada: eran o son unos asesinos.

Fox con su “Borgues”, o lavadoras de dos patas, Enrique Peña Nieto, se aventó una de esas perlas también, y que el tiempo –como a José López Portillo o Carlos Salinas de Gortari- les desmiente estrepitosamente: “este 2015 ha sido un año en el que se ha avanzado y nos estamos preparando para el futuro”, refiriéndose a la entrada en vigor de las reformas estructurales que ya son pasado.

Lo dijo en un encuentro de cuates: con servidores públicos de su gobierno, con motivo de fin de año.

¿Para qué?

Hoy, por toda la nación y desde todos los sectores se dice lo contrario, incluyendo la zozobra que se viven en algunas entidades otrora tranquilas como Guerrero, y su cifra espeluznante de 20 muertes violentas en solo 72 horas.

En centenares de municipios del país no hay para aguinaldos, en múltiples estados de la República, tampoco hay para liquidaciones a proveedores.

¿Cuál avance dejaron las reformas de Peña que tanto extrañan no pocos?

Miles de millones de pesos se repartían discrecionalmente para pagar impunidad; silenciar realidades, aplastar protestas.

¿Eso es lo que extrañan los contras al mandatario?

Pero también está lo otro: un gobierno que no gusta de ser cuestionado, pero habla de la libertad de expresión de facto, muestra un tolerancia simulada, que ha motivado la remoción de no pocos comunicadores incómodos para el aparato federal, y cuyo ataque sistemático a través de redes, granjas y demás, han provocado la salida de no pocos de éstos de los noticieros estelares, en una manera o estrategia de las cadenas informativas, de mostrar un leguaje moderado hacia la presidencia en busca de un “acercamiento”.

¿O no es eso un coqueteo?

Digo, hasta los empresarios otrora recalcitrantes durante todo éste año, ya expresan un lenguaje más cordial para con el presidente, una vez que se conoció el monto para la obra pública y de cobertura administrativa. A esos compas les interesa el varo, solo eso, y mientras, en las redes, todos esos que les hicieron y hacen eco, se quedaron frente al risco, enfrentados con sus iguales: el pueblo, porque esa súper estructura, la del varo, sigue allá arriba, pronto de la mano con la 4T.

Ahí lo van a ver en el próximo 2020.

En muchos sentidos AMLO habla solo frente al espejo: sus empleados, los de alto nivel, que son los que “supuestamente” tienen las formulas, o no las sueltan o de plano no tienen el cómo y menos el cuándo.

Hay un distanciamiento peligroso entre la realidad de esos señores de arriba –e incluyo a los de los estados-, y la base social que “gobiernan”, me cae. Acá abajo es en dónde se sienten las secuelas de ambos errores: la inseguridad y las carencias. Y la razón es de quien la siente y por eso la desmiente.

Bien haría Andrés Manuel en volver a escuchar a su pueblo, antes que a sus colaboradores, que como la diputada Jiménez Andrade igual lo hacen sentir un mesías, una de las tantas facetas para llegar a la megalomanía en la que caen no pocos gobernantes en éste sistema adulatorio y de alfombras rojas, es hacer sentir al gobernante un ser maravilloso, único, irrepetible y excepcional.